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Capítulo VI - Esa pandemia llamada televisión

Vía Festival de San Sebastián por 29 de septiembre de 2017
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Y las series de televisión también llegaron a San Sebastián, en lo que cabe entenderlo como un reflejo del actual panorama audiovisual. Porque claro, el nivel de producción en televisión hoy en día tiene poco que envidiar al del cine. Y por culpa de "la guerra del streaming" y a producciones como 'Vergüenza', 'La peste' o 'La zona' (que se presentará en Sitges), es algo que también podemos decir ya por fin desde España (gracias -por ahora- a Movistar). Y con verdadero orgullo, que ya iba siendo hora.

Un país cuya televisión comercial, representada por TVE, Antena 3 y Telecinco, no ha sido capaz en nueve años de encontrarle un hueco a una ficción como la primera. Creada por Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero, no es sólo el considerable interés y satisfacción en sí mismos de la serie, sino también su modelo de producción, harto explotado en otros países y que tiene mucho más en cuenta al espectador que la disfruta, y además de verdad, que a la cadena que la comercializa.

Claro que, como es lógico y normal, la incursión en un festival DE CINE de un formato como este ha provocado reacciones de todo tipo. Al menos en el caso de la serie creada por Alberto Rodríguez y Rafael Cobos. Y es que a diferencia de 'Vergüenza', que si se ha proyectado entera, de 'La peste' se han proyectado sólo los dos primeros episodios. Dos de un total de seis, lo que a efectos prácticos no deja de ser la proyección de una obra "incompleta".

Suficiente eso sí para asegurar algo de lo que no cabe duda: Movistar+ se ha tomado muy en serio lo de "hacer series". Tan en serio como se toma la programación de #0. La diferencia respecto "a lo habitual" en nuestro país (salvo excepciones como MdT) es tan notable como la que hay entre #0 y las restantes cadenas, siendo evidente que Movistar quiere, a efectos prácticos, ser "la HBO española". De momento pinta muy bien, particularmente a nivel de producción y de posibilidades creativas, si bien está por ver si lo logrará.


Corramos un tupido velo, y volvamos a una sala de cine... de cine visto en una sala de cine. Como por ejemplo la que se ha llenado para ver 'The Disaster Artist', producción cuya historia y personaje protagonista le permiten hacer gala de una conexión casi inmediata con el espectador. Lástima que dicha simpatía esté muy por encima de la película en cuestión, que apenas si ahonda en una historia a la que da un repaso demasiado superficial y condescendiente.

No me malinterpreten: Se trata de una producción que como 'La llamada', ofrece una sanísima diversión por encima de sus posibilidades como película. Algo parecido a lo que sucedía con 'Juerga hasta el fin', un filme entre amigos para disfrutar entre amigos (a poder ser un poco "friquis") que, eso sí, y aparte de su hueca representación sin vida de la realidad, ofrece un valor sorprendentemente notable: Que no importe no haber visto 'The Room' para disfrutarla.

Da igual que sea imposible no desvirtuar la interpretación y/o imitación de James Franco (aunque sea quizá más culpa de la propia naturaleza del personaje): Se trata de un humilde placer a engrandecer en buena compañía.

Como tampoco es importante no haber visto 'Verano 1993' para poder apreciar mejor las bondades de 'The Florida Project', una de las películas "más cuquis" del año y que ofrece ese "algo" que le falta a la española para enamorar. Al igual que aquella, un verano y una niña. Pero a diferencia de aquella, el nervio narrativo de Sean Baker para trascender por encima de sus elementos y convertir un potencial drama social de manual en un emotivo torbellino de sensaciones.

No se me ocurre definición más apropiada: Como viajar a Disneylandia cuando se es chico. Un modélico ejemplo de cómo tratar la cotidianidad del paso del tiempo. Un guión (y montaje) dispersamente conciso que se apoya tanto en la arrebatadora naturalidad de todo su reparto, como en la no menos arrebatadora sensibilidad de Sean Baker para, desde la distancia, retratar todo con un pulso y una autenticidad que rezuman vida: Un pedazo de la vida de alguien.

Una joya para todo adulto que se precie de no haberlo sido alguna vez, capaz incluso de coquetear con el suspense y ofrecer un punto y seguido que sepa a gloria (en lugar de a trámite). Ni un pero: Uno de los títulos del año.

Continuará...


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Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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