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Capítulo IV - La teoría de la relatividad

Vía FICX por 24 de noviembre de 2015
Festival de Gijón

Hablaba mi compañero por la otra línea sobre el relativo conservadurismo de la Sección Oficial, una especie "de trampa" -en sus propias palabras- para el espectador y para la organización. Aunque me gustaría echar mano -con gusto por supuesto- del noble y siempre tentador arte de la discrepancia no lo voy a hacer (que ya habrá mejores ocasiones), si bien voy a remendar un poco sus palabras.

Porque puedo, y porque puedo lo hago, pues la responsabilidad civil me obliga a decir que, en realidad, no se trata de "una trampa", más bien de un pacto de no agresión. O hilando algo más fino, de la promesa de un pacto de no agresión (que se respeta, pero no siempre se cumple). Y lo es prácticamente por definición allí dónde ni se pierden ni se ganan los partidos (a este lado de los Pirineos).

Por supuesto hay maneras y hay maneras: Mientras que mi compañero hablaba ayer de la relativa convencionalidad de 'Je suis un soldat' y de 'Land of Mine' (en sentido negativo), hoy le toca a un servidor hablar de la relativa convencionalidad de 'Much Loved' y de 'Neon Bull' (en sentido positivo). Y todo es tan relativo que cómo (y con quién) nos levantemos de la cama por la mañana puede, tal vez, marcar la diferencia entre que la bola entre o la bola no entre.

Lo cierto es que tanto 'Much Loved' como 'Neon Bull', uniéndolas bajo una misma etiqueta de apariencia realista en apariencia de temática social (lo habitual, vaya), marcan diferencias respecto a la otra pareja en dos cuestiones tan fundamentales como para hacer que lo relativo a su apariencia lo sea un poco menos. O un poco menos relevente nos levantemos como nos levantemos: primero, que no es tanto la historia como lo que subyace debajo de la misma; y segundo, que ni juzga a sus personajes ni guía el veredicto del público como si este hubiera estado todo el rato distraído con el teléfono móvil, que algún imbécil siempre hay.

El nuevo filme del francés Nabil Ayouch ('Los caballos de Dios') trata básicamente de unas putas en el Marrackech de hoy en día. Esa es la superficie, el día a día de unas putas que ni son buenas ni son malas, simplemente son putas. Y de fondo Marrackech, Marruecos y una sociedad machista que las utiliza al tiempo que las condena. Ninguna queja, tampoco ninguna revelación. Todo ello narrado cámara en mano, con la misma naturalidad, suficiencia y solvencia que observamos en el nuevo filme del brasileño Gabriel Mascaro ('Vientos de agosto').

Aquí ya principalmente sobre trípode (y con algo más de estilo, añado), la historia también pasa a un segundísimo plano y lo importante es su retrato costumbrista, sucio y bello a la vez, que evita recurrir a la condescendencia de una arco dramático que, tal y como decía mi compañero, ahora sí de forma a "esa trampa" casi siempre tan temerosa de Dios. Y es que a pesar de que en la Sección Oficial el riesgo se suele modular a niveles de ruido más bien bajos, siempre se pueden encontrar dos obras tan estimulantes como estas dos obras "menores", si se las quiere acordonar dentro de este recinto, pero que demuestran conocer de sobra las reglas de un juego en el que no hacen trampas. Porque a menudo olvidamos que de eso se trata, de saber jugar a un juego sin necesidad de tener que inventar una nuevo cada vez que juguemos.

Y es que el riesgo al fin y al cabo tampoco es sinónimo de éxito, al tiempo que romper las normas supone en parte desvirtuar la partida. En parte, y sólo en parte: seguimos con lo relativo y el "depende". Siguiendo con el dos por uno hablemos de 'The Sky Trembles and the Earth Is Afraid and the Two Eyes Are Not Brothers' y de 'Cosmodrama' a la vez, quizá con la vana esperanza de entender un poco de alguna de las dos. Ni Ben Rivers (autor de la primera) ni Philippe Fernandez (autor de la segunda) buscan la convencionalidad, está claro, pero no tanto qué es lo que encuentran por un camino que los sitúan en ese rincón de la sala dónde se reúnen los "raros". ¿Arte...? ¿O tomadura de pelo? La eterna duda.

La cortina de humo simbólica bajo la que se mueve la británica parece clara, pero no así unas maneras que, en un momento dado, parecen mezclar un sketch descartado de 'La vida de Brian' con la extravagancia del "artista total" a lo Jodorowsky. El chiste no hace gracia, tampoco el ridículo: al menos la pregunta de rigor sobre qué estamos viendo aguanta en nuestra cabeza durante unos 90 minutos que se engullen con cierta curiosidad, cosa que no ocurre con la francesa a la que se le acaba el gas a los 20 minutos. Y dura 120, mon dieu. Lo advertía el propio Fernandez antes de la película: "he intentado hacer algo distinto" nos comenta. Y su alegoría entre la filosofía y la astrofísica es desde luego distinta; y muy kitsch; y también muy cansina. ¿A quién le importa de dónde venimos si lo que queremos es irnos ya?

El director nunca le pilla el punto a su propia excentricidad, y lo que presuntamente, se intuye, debe de hacer gracia o parecer ingenioso... ni la tiene ni lo resulta, más bien lo contrario y encima con recochineo. Como cuando el profesor de aquella asignatura que ni te gustaba ni se te daba bien preguntaba en clase y tú, desesperado, no dejabas de consultar en tu muñeca la hora de salir de ahí. ESA es la sensación, y en parte esa es la misma sensación que provoca 'When Marnie Was There' después de sus siete finales (que incluso continúa con un "bonus track" durante los créditos). Pero como advertíamos al principio: todo es relativo. Y en este caso no iba a ser menos.

A la por ahora última producción de Studio Ghibli le sucede algo parecido a lo que algunos dicen que le sucede a Pixar: que su voluntad claramente melodramática atenaza a una historia doblegada a tal fin, corresponda o no, lo esté o no. Y en gran medida así es: la cinta de Hiromasa Yonebayashi es un melodrama (de narices) que busca descaradamente la emoción del espectador a lo largo de sus últimos 30 minutos. Es ahí cuando uno siente ESA sensación, cuando uno SIENTE que a Yonebayashi el filme se les va de las manos con tanto subrayado innecesario que, por supuesto, juega en contra de unos intereses que, siempre, salen ganando si se concentran todos los golpes en un instante concreto. Pero no, estos se diluyen a la par que el guión en una cadena donde cada nuevo "golpe" parece un parche "del anterior", y a ver si acertamos de una vez.

No obstante esto afea, más no hunde la cinta ni mucho menos que, aún así, se disfruta casi a la altura de las circunstancias. Casi. Hablando del Studio Ghibli, que menos que una caligrafía de primera y el habitual mimo con el que se desarrolla la narración, al menos durante su primera hora. Lo que sucede a partir de ahí rompe el encanto y abre la puerta a un poso de amargura a la altura, un poco, de lo que sucedió en San Sebastián con 'El niño y la bestia' o de lo que le pasará a Pixar con 'El viaje de Arlo': que la excelencia que nos trae el pasado refleja que en esta ocasión no existe esa misma excelencia. Y eso no es relativo. O sí.

Continuará...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


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Comentarios

  • Avatar de Wanchope
    Wanchope 26 de Noviembre de 2015, 04:42:10 PM
  • Avatar de Wanchope
    Wanchope 26 de Noviembre de 2015, 04:43:30 PM
    Cita de: Genjuro en 26 de Noviembre de 2015, 02:53:44 AM
    Madre mía qué truño Black. Me llegó una recomendación de segunda mano, y como no tenía nada que ver por la noche, me la jugué en la sección oficial y perdí hasta la camisa.

    A mí no me desagradó, al menos no tiene ínfulas de nada. Lo que pasa es la que un festival de cine le queda grande, es la típica película para rellenar cartelera.
  • Avatar de Wanchope
    Wanchope 28 de Noviembre de 2015, 04:16:21 PM
  • Avatar de Wanchope
    Wanchope 28 de Noviembre de 2015, 04:16:35 PM
  • Avatar de Genjuro
    Genjuro 29 de Noviembre de 2015, 02:40:41 PM
    Mi top-10 de lo visto en Gijón sería algo así.

    1. La calle de la amargura (Arturo Ripstein)
    2. Right Now, Wrong Then (Hong Sang-soo)
    3. Mysterious Object at Noon (Apichatpong Weerasethakul)
    4. The Sky Trembles and the Earth Is Afraid and the Two Eyes Are Not Brothers (Ben Rivers)
    5. Neon Bull (Gabriel Mascaro)
    6. Un monstruo de mil cabezas (Rodrigo Plá)
    7. Underground Fragrance (Song Pengfei)
    8. Aferim! (Radu Jude)
    9. Langosta (Yorgos Lanthimos)
    10. Under Electric Clouds (Aleksei German Ml)

    La cuestión es que las de Rivers, Lanthimos y German vienen del SEFF, y la de Weerasethakul tiene tres lustros, así que para completar la lista de premieres nacionales del FICX metería esta tanda de documentales:

    - The Woods Dreams Are Made Of (Claire Simon)
    - Transatlantique (Félix Dufour-Laperrière)
    - The Thoughts That Once We Had (Thom Andersen)
    - Iraqi Odyssey (Samir)

    Sigue lejos del SEFF, y sigue habiendo demasiada broza, pero pienso que el FICX va dando algunos pasitos en la buena dirección. Y el palmarés, ya sólo por dar los dos premios principales a Hong y Ripstein, me ha parecido modélico (se huele la influencia de Miñarro).