'West Side Story' - El cine según Steven Spielberg
Hacer un remake de una película como 'West Side Story' es una temeridad. Un marrón si te lo encasquetan y en potencia, un proyecto suicida en todos los universos habidos (y por haber). Si yo fuera director, nunca se me ocurriría hacer un remake de películas como 'Lo que el viento se llevó', 'Qué bello es vivir', 'Ciudadano Kane' o 'Ben-Hur'. No porque no pudiera hacer una buena película, sino porque no compites contra una película, compites contra una leyenda. Leyendas como las forjadas por cualquier religión durante años. Auténticos dogmas de la iglesia cinéfila.
Claro que no soy director de cine, y aunque lo fuera, muy probablemente, tampoco sería tan bueno como lo es Steven Spielberg. Dicho sea de forma castiza, olé sus cojones. El cineasta norteamericano lo tenía muy claro, y el resultado difícilmente podría ser más satisfactorio. Como el que salta sobre un león salvaje con el cuchillo entre los dientes y luego reaparece con su cabeza en la mano. Spielberg se enfrenta cara a cara a una leyenda para ratificar su propia condición de leyenda. La de un cineasta que aunque a muchos aún se les olvida, hace tiempo que se ganó el cielo.
En esencia, esta 'West Side Story' es la misma película de hace 60 años. En la práctica, es la misma película pero vista a través de los ojos de Spielberg. Una especie de versión remasterizada que mejora sustancialmente su presencia audiovisual pero conserva todo su encanto natural. Spielberg no traslada el aclamado musical al siglo XXI, sino que traslada al espectador al siglo XX para recordarnos que el cine, cuando se hace bien, es algo imperecedero. Aquí es dónde fallan muchos remakes, en su intento por modernizar clásicos que desafían el paso del tiempo.
Precisamente, los grandes clásicos como 'West Side Story' lo son porque 60 años después siguen siendo igual de válidos y poderosos. No hay mejor definición posible, ni mejor reconocimiento concebible: Que no haya necesidad de mirar la Wikipedia para que el recuerdo siga vivo, ni esperar a tu muerte para que el respeto se muestre intacto. Ganar 10 premios Oscar es algo circunstancial que no repetirá esta versión de Spielberg, ni falta que le hace: Desde ya, un nuevo ejemplo perfecto de cómo hacer un remake y salir pisando los cadáveres de aquellos que dudaron de ti.
Como al 'Déjame entrar' de Matt Reeves o al 'Millennium' de David Fincher, al 'West Side Story' de Spielberg sólo podemos echarle en cara el venir después. El haber utilizado "una plantilla" o el ser un bis. Porque por lo demás, estamos ante un caso no tan raro de remake que aún siendo en apariencia igual parece distinto, compatible, complementario, en un caso que nos remite al famoso diálogo de 'Pulp Fiction' sobre "las pequeñas diferencias". Más que filmarla, Spielberg baila con la película y logra lo que todos los grandes clásicos logran: Que parezca sencillo.
Porque eso es lo que hacen los que son muy buenos en su trabajo: Hacer que lo difícil parezca sencillo y rematadamente efectivo. Que lo que en principio parecía un proyecto suicida tenga tanto sentido como lo de que la Tierra no fuera el centro del universo y además, fuera redonda. Una ocasión de oro para recalcar una de mis frases de cabecera: Aquellos que dicen que es imposible, son rebatidos por aquellos que son capaces.
¿Era necesaria? No.
¿Está de más? Tampoco.
¿Cuál es mejor? Ninguna.
¿Con cuál nos quedamos? Con ambas.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Lo mejor para mí es la dirección, la fotografía, la mítica canción 'America' y Ariana DeBose.
Le doy un 7.