He visto las dos entregas de '¡Upsss!' en la misma semana, y llegado el caso, de haberla, no me hubiera importado ver una tercera. Habrá a quien le parezca raro, y no le culpo: Toda película de animación por ordenador de este estilo que no venga envuelta con un lazo por un gran estudio norteamericano parece, desde fuera, una especie de imitación de los chinos. Lo mismo pero sin el brillo en la mirada que aportan 100 millones de dólares en horas de trabajo.

Básicamente lo mismo y para el mismo tipo de público pero en apariencia, y en gran medida sólo en apariencia, más cutre. Básicamente, la incipiente franquicia de '¡Upsss!' me recuerda a la de 'Ice Age'. En cuerpo y alma, con esa primera entrega que nos sitúa en los primeros compases de la animación por ordenador, cuando parecía que Pixar, DreamWorks y la ahora como los dinosaurios extinta Blue Sky iban a competir de igual a igual. Qué tiempos.

Desde entonces técnicamente se ha avanzado una barbaridad, tanto como para que aquella 'Final Fantasy' de 2001 pudiera ahora parecer realmente de verdad. Pero a nivel narrativo, las constantes siguen siendo las mismas. El mecanismo no pierde vigencia por más que se pueda abusar de él, no en los casos en los que se aplica con el debido respeto. Y de la misma manera que un vídeo de un cachorrito mono siendo mono siempre resulta mono.

Y así llegamos al momento en el que digo algo de la película, propiamente dicho: Una continuación que a efectos prácticos podríamos decir está al mismo nivel que la de 'Ice Age'. No es el perfeccionamiento de su primera entrega, sino la hábil reutilización de lo necesario para dar de sí aquella premisa que tan bien sirvió a la causa a la primera. No es tanto que pueda considerarse algo inequívocamente bueno como que sea clara y abiertamente efectiva.

Como las secuelas de 'Ice Age', '¡Upsss! 2' es un entretenido y agradable eco de su primera entrega que funciona en proporción a nuestra impresión sobre aquella. Un pasatiempo familiar sin complicaciones para ver y disfrutar en familia. Inocuo e irrelevante, insignificante para la historia del cine pero con su ambición debidamente ajustada a su realidad y a la de un público objetivo -y sus acompañantes- agradecido por su aplicada y ligera discreción.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex