'Seis días corrientes' - Periodo de prueba superado
Lástima que el periodo de prueba de Mohamed Mellali sea sólo de una semana, y no de un mes. Y es que 'Seis días corrientes' se hace tan amena que no nos hubiera importado que al igual que 'Quién lo impide', durase más de tres horas. Al fin y al cabo la intención de Neus Ballús es la misma que la de Jonás Trueba: Capturar la vida en sí misma. Que el concepto de ficción se diluya en la propia realidad.
Así, 'Seis días corrientes' es una emulación en la que sus protagonistas hacen de sí mismos mientras los "seis días corrientes" de su título pasan. Lástima que al igual que Trueba, Ballús no se conforme con que la realidad hable por sí misma y al igual que ocurre en 'Quién lo impide', le quiera dar un sentido. Un fin último que transforme un pedazo de realidad en un pedazo de ficción. O de falsa ficción.
Esto por supuesto no perjudica a la experiencia, igualmente satisfactoria que supone el visionado de ambas, pero sí reduce el impacto de una realidad que al fin y al cabo, es una ficción. O una falsa ficción: Una realidad que en este caso Ballús empaqueta a conveniencia de sus propias inquietudes. Esto es, el libre albedrío es sólo una apariencia atrapada entre los muros de lo que sería una película.
Una película por lo demás harto simpática y fácil de ver, y que casi se nos escapa de las manos; como un programa de telerrealidad a las 2 de la mañana en una de esas noches en las que no queremos irnos a la cama. Una película en la que brilla particularmente Valero Escolar, al que en los tiempos de 'Aquí no hay quien viva' le hubieran dado una portería y del que nos quedamos con ganas de más.
Sea lo que fuere, 'Seis días corrientes' es un paso más hacia adelante de Neus Ballús, quien a la tercera se asienta como una estimulante "directora fantasma". Un ejercicio de "voyeurismo" en el que nosotros, como personas además de espectadores, nos podamos sentir reflejados. Con ese indispensable toque cotidiano que acerca lo excepcional de cada uno a esa rutina en la que a menudo nos perdemos.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex