'Ready Player One' - Un juego de niños para adultos
Se me hace raro hablar de 'Ready Player One' pensando en ella como película. Raro, porque me resulta complicado verla como cualquier otra cosa que no sea una experiencia: La que puede llegar a ofrecer proyectada en una gran pantalla de cine. Una experiencia tal vez fruto de un estado de ánimo, y tal vez demasiado dependiente de un legado como el que nos trajo el cine de los 80. Un legado que, posiblemente, es necesario conocer para que la película pueda convertirse en una experiencia por y para nosotros. Lo máximo a lo que aspira cualquier relato con un toque de épica.
Y eso que recurrir a dicha década fantástica, durante la que no por casualidad se criaron buena parte de los cineastas (y contribuyentes) actuales, es un recurso que ya empieza a cansar (de ahí, es probable, que los millennials comiencen a contraatacar con la cultura de los 90). Una sensación de hartazgo que Spielberg sin embargo logra sortear merced a una propuesta servida en bandeja de plata por Ernest Cline dónde, salvo el mundo real, quién lo diría, todo resulta tan orgánico como para que el CGI no azote nuestros ojos y cualquier guiño sea oportunamente bienvenido (y deseado).
Una orgía de guiños a la cultura de una época como posiblemente no ha habido otra igual, merced a una de esas premisas por las que Disney pagaría 4.000 millones de dólares que de tan rotundamente evidentes, da rabia que no se nos haya ocurrido a nosotros mismos. La idea, maravillosa y totalmente propicia para el despliegue inmisericorde de una variante del porno que garantiza el éxito, aunque sólo sea por acoso, derribo y ganas de pasarlo bien: La melancolía que provocan "aquellos maravillosos años" que nos han dado forma como los adultos que, ejem, se supone que somos.
'Ready Player One' es mejor experiencia que película, lo que habla bien de lo primero pero no tanto de lo segundo, si bien tampoco es algo que nos deba preocupar, ni que nos importe demasiado cuando al menos ahora mismo, en este bendito momento, se trata de visitar una sala de cine. Sigue siendo un tremendo disfrute y sobre todo, una pasada para los que de alguna manera hemos vivido los 80 de primera mano, testigos de cuerpo presente de cómo se forjaban los mitos en un mundo inocentemente analógico del que 'Ready Player One' no abusa, por más que viva plenamente de ello.
Obligado una graaaaan pantalla, un buen equipo de sonido y algún que otro amijo de la misma quinta con el que cruzar sonrisas, mejor que mejor. Y es que 'Ready Player One' es una de esas superproducciones que realmente definen lo que es, y siempre debería representar la magia de visitar una sala de cine con un puñado de palomitas en tu regazo, definición a la que sin duda Steven Spielberg ha contribuido enormemente a lo largo de su carrera. La diferencia entre ver y vivir una ficción. Christopher Nolan estaría orgulloso (de no ser por su evidente dependencia de los gráficos CGI).
¿Y ya está? ¿'Ready Player One' es lo mejor y lo más guay? Casi... pero no. Lo malo es que como todo puede ser, virtualmente hablando, parece que no termina por ofrecer todo lo que podría llegar a ofrecer (en nuestros sueños más húmedos); especialmente a medida que va avanzando y la sanísima diversión de los primeros compases va dejando paso a la obligación moral de además, contar una historia y cerrar una trama al margen (o como coartada) del paseíto de modelos de los años 80. Un gran sabor de boca pero a su vez, también con la sensación de no haberte saciado lo suficiente...
... unido a su talón de Aquiles, el mundo real. Si 'Ready Player One' es mejor experiencia que película lo es, a su vez, porque es peor película que experiencia, algo que queda ejemplarizado de forma clara de esta manera: Su escasa relevancia dentro de un ideario colectivo del que vive pero al que no aporta gran cosa. En cierto sentido, 'Ready Player One' es una orgía referencial de la que película no participa, y en dónde hay algo que aún se echa más en falta que las referencias al catálogo de Disney (con 'Tron' a la cabeza): Y es el alma de ese mundo que parecía tan real y auténtico en los 80.
'Ready Player One' es todo un espectáculo, si, y toda una experiencia, también. Pero tanto sus personajes como sus acciones adquieren dimensión a través de las referencias, no por sí mismos, y gracias a los gráficos generados por ordenador, no a las emociones de carne y hueso. Esto es, 'Ready Player One' carece de la magia a la que evoca como película del siglo XXI, y a su vez Steven Spielberg no tiene el mismo interés que James Cameron por dar un paso adelante e integrar el futuro (virtual) en la realidad. Es una fiesta demasiado consciente de su condición de fiesta...
... de la que a la salida se puede leer un cartel que pone "El último que salga, que apague la luz".
¿Algún problema? Si, pero no. O no pero sí.
No hay problema, porque 'Ready Player One' es una pasada y un blockbuster de verdad (de la buena), de los que justifican el precio de una entrada de cine, y con creces. Pero sí lo hay, porque saldremos del cine pensando en los mismos juguetes en los que llevamos pensando durante los últimos 30 años. O sea, muy bien y muy disfrutable, pero si en su momento salimos de ver 'Regreso al futuro' queriendo tener un DeLorean, ahora saldremos de ver 'Ready Player One' con el mismo deseo de tener ese DeLorean. Un bonito resumen de lo que no deja de ser un juego de niños (para adultos).
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Principalmente, me ha supuesto un golpe, ya no sólo de nostalgia, sino de ponerte en perspectiva de todo lo que ha vivido nuestra generación, de que somos unos privilegiados en cuanto a haber vivido en primera persona un cambio tecnológico brutal. De mandarte cartas y llamar al timbre o al teléfono fijo, a chatear, los móviles y whatsappear. De jugar al Atari en casa de un amigo a la realidad virtual.
Se le pueden poner "peros" como que la parte final de resolución se alarga en exceso, que el villano es mejorable o que algunos de los secundarios buenos, están por rellenar. Pero ofrece una buena pareja protagonista con una bonita historia que traerá recuerdos a cualquiera que haya "ciber ligado", algún secundario (como el pecho calavera) realmente notable, una aventura por fases imaginativa, divertida y endiabladamente entretenida. Una aventura de la que te sientes partícipe cual videojuego, con grandes dosis de acción y efectos especiales. No es una obra maestra, pero quizá sí una de las películas más "molonas" que se han hecho últimamente.
Nota: 7
Una pena mi "manía" de no ver apenas trailers porque de haber visto el de esta película hubiera ido al cine a verla casi seguro. La historia no es la bomba pero a mi me ha convencido. La combinación de los 2 mundos genial, y todos los guiños tanto a videojuegos como a cine geniales
Hacía bastante que no disfrutaba tanto viendo una película. Un 9.
P.D.: Creo que para disfrutarla totalmente te tienen que gustar los videojuegos, toda la referencia a los huevos de pascua etc...
Y además, verla en una gran, gran pantalla de cine. Toda una experiencia.