'Promesas en París' - Guiñote o muerte
'Promesas en París' gira en torno al ejercicio del poder. En torno a la alcaldesa de una ciudad cerca de París que afronta su mayor reto hasta el momento: Presentarse como Ministra. Ella es Isabelle Huppert, una actriz de sobrada solvencia que aporta su credibilidad a una persona que en apariencia es la que manda, si bien en realidad está a merced de otros factores y/o personas sobre los que no tienen ningún tipo de control.
Una persona que, en contra de quien se supone que es, o de quien se supone que cree que es, llegado el momento, será capaz de... oh, mentir. Sin mala fe y de manera hasta cierto punto, comprensible. Como haría cualquier otro para evitar una batalla que sospechamos que vamos a perder. Pero díselo tú a quien se convierta en el error de un médico que había hecho antes esa misma operación un millón de veces sin incidente alguno.
'Promesas en París' es una estimable radiografía de lo que es el poder. Un poder que rara vez es ilimitado, por no decir que nunca lo es. Siempre hay que rendir cuentas ante algo, o ante alguien. O ante las circunstancias. Ya sea en un sistema privado o público. Las normas están en principio para todos, y por desgracia, a menudo no son las más oportunas para lograr aquello para lo que se presupone que fueron concebidas.
Y entre medias de ese complicado y complejo equilibrio se maneja 'Promesas en París', una película que a pesar de presentarse y comportarse como un retrato honesto y veraz no puede dejar de ser, también, una película. Una película que remueve el avispero durante hora y media con elegancia, finura y educación, pero que en última instancia no se atreve o prefiere no enfrentarse a las consecuencias de sus buenas intenciones.
Esto es, todos tenemos conciencia aunque el mundo sea una mierda capitalista y burócrata donde lo importante son las apariencias, no tanto la realidad. Ya se sabe: no es lo que hay. Es lo que vendas y/o lo que alguien te compre.
Que 'Promesas en París' no se nos clave en la conciencia es un reflejo de lo que hay. De un sistema que engloba lo bueno y lo malo bajo la indiferencia acostumbrada. Es el mercado, amigo. Y así seguiremos tragando mierda hasta que todo reviente. O no. Mientras tanto la rueda seguirá girando y personajes como el de Isabelle Huppert, con o sin conciencia, seguirán siendo unos peleles. Como tú o como yo. Aunque mucho mejor pagados.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex