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'Nosotros no nos mataremos con pistolas' - No quedan días de verano

Vía El Séptimo Arte por 16 de junio de 2022
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'Nosotros no nos mataremos con pistolas' no cuenta con un punto de partida original o que pueda llamar la atención. Lo de usar las fiestas de pueblo para juntarse con amigos que hace tiempo que no ves e intentar reflexionar sobre el motivo de ese distanciamiento (o sobre la vida, en general) es algo mil veces visto y sobreexplotado hasta la médula. Se me vienen a la cabeza películas como la fantástica 'Primos o el filón que encontraron en ello las marcas de cerveza para sus anuncios veraniegos. Los pueblos, el verano y sus fiestas mayores son tres elementos que hacen feliz a mucha gente, y así lo suelen reflejar las producciones que se sitúan en este contexto. La película que nos ocupa hoy tiene todos estos ingredientes, pero sorprendentemente se sale de la norma. No es la típica película de verano, aunque lo parezca si nos fijamos en el póster o en su sinopsis.

Lo que aparentemente será una reunión plácida y reconfortante, se va enrareciendo a medida que se van presentando a los personajes que forman este grupo de amigos. Esto no solo servirá como presentación, también como declaración de intenciones por parte de la directora María Ripoll. Esto no es un anuncio de Estrella Damm. Esto es una película que tiene la intención de hablar de forma verosímil sobre la falsedad que existe en este tipo de reencuentros, sobre la hipocresía y, en general, el dolor que conlleva mantener o intentar arreglar ciertas relaciones. Es una 'feel good movie' que cuando parece que va a tener algún momento 'feel good', lo corta de raíz para darte una bofetada de realidad. Tiene más de 'The Invitation o 'Tape que de 'Primos o 'Villaviciosa de al lado. Hay humor, pero más basado en las hiperbólicas situaciones que suceden durante el devenir de los hechos que por ser comedia como tal. Si tuviese que catalogar a esta película en algún género, sería el del thriller dramático cargado de comedia negra.

El guion de Antonio Escámez y Víctor Sánchez Rodríguez está lleno de ironía y mala leche, pero junto con la dirección de María Ripoll son capaces de dialogar con el espectador de forma profunda y poco habitual sobre la tristeza de perder un ser querido, tanto a nivel individual como grupal. Ninguno de los protagonistas cae bien, algunos hasta son bastante estúpidos, pero es que en ningún caso es casualidad. Esta decisión hace que empatizar con ellos sea casi misión imposible, pero incluso así entiendes la situación de cada uno y porque se comportan así. Lo que hace interesante al conjunto es que en ningún caso se blanquea o justifican las acciones de los personajes, dejando claro que estamos ante un grupo de amigos tóxico. Ellos se ven como el típico grupo de amigos que todo el pueblo conoce por ser los raros cuando en realidad son los pijos modernillos que no aguanta nadie.

A pesar de las buenas sensaciones, no puedo ignorar una conclusión totalmente precipitada en sus últimos 20 minutos que hacen que todo el trabajo hecho anteriormente pierda algo de fuerza. Entiendo la intención de María Ripoll a la hora de elegir esta forma tan drástica de finalizar todas las subtramas, y es un buena idea que necesitaba más tiempo para ser desarrollada correctamente. El uso de la música a veces funciona, a veces no, y es una lástima porque el tracklist de Orxata Sound System está lleno de temazos. Al final, estos últimos minutos te dejan una sensación de que la película podía haber llegado a más.

'Nosotros no nos mataremos con pistolas' en ningún caso es una buena opción si lo que buscáis es la típica película veraniega con la que salir con una sonrisa de oreja a oreja de la sala de cine. Pero si entráis, encontraréis algo mucho más interesante que eso.


Nota: 6

Por Marc Sacristán García
@TheLebowskiMan

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