En uno de tantos recuerdos absurdos que nos acompañan de por vida, recuerdo perfectamente a Antonio Banderas diciendo "cháchara" en 'Asesinos' de Richard Donner. No tiene más valor que el que tiene, entre poco y nada, pero viendo 'Becoming Elizabeth' no podía dejar de pensar en ese momento. En que lo que estaba viendo (o haciendo como que veía) era "cháchara", que según la RAE es una "conversación frívola" o la "abundancia de palabras inútiles".

Siento que voy a ser injusta con ella, pero desconecte enseguida de 'Becoming Elizabeth'. Lo de la "cháchara" viene a ser porque, capítulo tras capítulo, sólo acertaba a ver gente hablando la una con la otra, por lo general en un interior más cercano a una cueva que a la presunta opulencia de una corte noble. Gente en sitios, hablando de cosas. De lo que ahora parece que nos hemos acostumbrado a llamar "juego de tronos" no tengo del todo claro por qué.

Somos lo que vemos, supongo. Y la historia aunque la podamos conocer de oídas, es lo que nos acaba entrando por los ojos. Y a mí 'Becoming Elizabeth' me traslada a la zona de confort de los relatos de época, en una producción rodada medio a oscuras en interiores cuya expresión escénica no tengo claro si es por iniciativa propia o por impuesta necesidad. Ciertamente su falta de glamour se siente más auténtica, pero a la vez, también, impostada.

Es como si la serie no pudiera desprenderse de su halo a "representación", no sé hasta qué punto fiel. Como si lo hubiéramos visto ya tantas otras veces que, consciente o inconscientemente, asumamos que es otra más. Como si su apuesta no fuera lo suficiente y necesario para desmarcarse de un relato histórico que, grosso modo y sin entrar en detalles más concretos, puede tener tanto de déjà vu a lo largo de años y años de reinados por toda Europa.

O puede que sea sólo yo, siendo que a simple vista 'Becoming Elizabeth' no parece una mala serie... de igual modo que tampoco destaca, siendo aquí donde tal vez esté la clave: en su falta de argumentos contundentes y rotundos, no ya hacia sí misma sino hacia las demás. En una serie que pasados cinco, diez o quince minutos podríamos seguir confundiendo con otras tantas, incluso a pesar de su ecléctica banda sonora o de su deambular a la luz de las velas.

Por supuesto esto tiene dos lecturas antagónicas, según nos tiente el tema de antemano y sean nuestras ganas de permanecer o no dentro de una zona de confort. Mientras que yo desconecté, hay quien sin duda se encontrará como en casa y apreciará mejor las bondades de una producción que, aunque no luzcan, las tiene. Tan de andar por casa que quizá, precisamente, haya que sentirse como en casa para poder valorarlas de manera más apropiada.

Ya sea más o menos apropiada, 'Becoming Elizabeth' no es en cualquier caso lo que se dice una mala serie, siendo en el peor de los casos una producción muy correcta cuyos matices de producción o dramáticos no son lo suficientemente prominentes como para sobresalir. Esto es, tampoco desentona dentro de un 'pelotón' a modo de 'gregario', pudiendo ser una opción apropiada para aquel que no ande buscando otra cosa que lo que se va a encontrar.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex