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'Modern Love' - Esas pequeñas cosas

Vía El Séptimo Arte por 17 de octubre de 2019
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Si estás pensando en lo que creo que estás pensando, estás en lo cierto: 'Modern Love' es una especie de 'Love Actually' televisivo. O cuanto menos juega con la misma baraja porque lo mismo, exactamente lo mismo no puede ser, toda vez que no me gusta 'Love Actually' en la misma medida que sí me ha gustado 'Modern Love'. Lo siento, no se puede tener todo.

Creo que es importante hacer hincapié en la cantidad, especialmente cuando se trata de un dulce: Como el 'Déjate llevar' de Leticia Dolera, 'Modern Love' consta de ocho episodios de unos 30 minutos cada uno. Esto es, las dos son idóneas para una de esas tardes lluviosas como las que parece que se avecinan y que pasamos acomodados bajo una gruesa manta.

Un visto y no visto que por inercia, por naturaleza entra con la misma facilidad con la que nos abandonamos a los placeres de un buen sofá. Una acogedora, agradable y complaciente serie de antología que según la versión oficial, se inspira en una popular columna del The New York Times cuya existencia me era del todo desconocida. Hasta ahora, claro está.

Al frente de los mandos John Carney quién, tras películas como 'Begin Again' y 'Sing Street', es una opción tan obvia como coherente. La idea, y el concepto es el mismo y ante todo, que funcione con la debida amabilidad y dulzura con la que tiene que funcionar: La de una sencilla melodía pop sustentada en la firme creencia de que no hay nada como el hogar.

Ese terreno, de sobra conocido porque siempre acabamos volviendo a él. Ese estado de la mente que nos transmite serenidad, paz o armonía, o como queramos llamarlo. Lo confortable de lo confortable; de sentirse cómodos, seguros y reforzados en nuestra zona de confort. De darle la espalda a una realidad que no ha sido concebida para nuestra satisfacción.

'Modern Love' es bondad y encanto. En total ocho capítulos, en total ocho sencillas historias narradas con pulcritud, educación y muy poca mala baba. Ocho historias muy de cara a la galería, el público, con un aire a tradición familiar navideña que no descubren nada nuevo al tiempo que nos re-descubren el valor de las pequeñas cosas. Esas pequeñas cosas.

Y un lugar en donde a diferencia de nuestro universo, todo el mundo es esencialmente "güeño". O al menos, lo intentan ser.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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