'Maudie, el color de la vida' - Se llama Robert Polson
'Maudie, el color de la vida' viene a ser lo que aparenta ser, una película tan sencilla como a la vez eficaz que se vale de una figura famosa, la de la pintora Maud Lewis, para relatar una agradable historia de amor que nos despide con una sonrisa. ESA sonrisa de discreta satisfacción, fiel reflejo de una chuchería para paladares adultos que funciona en la manera que se pretende, y en la manera que necesita, dentro de esa misma discreción que deja buena parte de su suerte en manos del carisma contrapuesto de sus dos protagonistas.
Sobre todo Sally Hawkins, en uno de esos papeles que ponen nombre a su cara y se adueñan de una función como esta, humilde tanto en sus propósitos como en sus resultados. O más bien, falsamente humilde: Nada como salir de una sala de cine con una sonrisa. Un propósito no siempre bien ponderado al encontrarse entre medias de los extremos que tan buenos titulares nos regalan, del mismo modo que no lo están los realizadores como Aisling Walsh a la hora de darle ese punto exacto de cocción para todos los gustos.
Sin embargo ese punto medio entre el drama ligero y la lágrima amable le sienta de miedo a 'Maudie, el color de la vida', la historia de dos parias sociales condenados por amor a aceptarse el uno al otro. Una película que, con la excusa de una carrera artística siempre de fondo, pinta uno de esos pequeños retratos que uno nunca verá en el Museo del Prado, pero con el que resulta imposible no empatizar de camino al baño. Por la honestidad con la que se desenvuelve algo tan pequeño como para poder ser de cualquiera.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Maud sueña con independizarse de su protectora familia. Everett Lewis es un huraño pescador local que busca asistenta. Tras ver su anuncio, Maudie no tarda en mudarse a casa de Everett para encargarse de las tareas del hogar. Pero lo que comienza siendo una difícil convivencia entre dos polos opuestos poco a poco irá transformándose en una historia de amor
Lo más sobresaliente de la cinta es que no cae en la mediocridad de ser un biopic aburrido y plano.
Maudie es colorida, triste , reflexiva , pero sobre todo transmite sensibilidad.
La dirección de Walsh es precisa a la hora de mostrar la vida de la pintora, sin excesos de dramatismo o crueldad.
Parte del éxito del filme radica en su pareja de protagonistas, ambos son el todo del material, sus caracterizaciones están impresionantes.
Sally Hawkins vuelve a trabajar con la cineasta luego del telefilm Cambio de identidad, la actriz algo infravalorada borda uno de los que considero los mejores de su carrera, súblime.
Por su parte Ethan Hawke, es todo lo contrario , precisamente sabe defender esas diferencias de su personaje y junto a Hawkins se llevan los aplausos.
Maudie sobresale por su honestidad y el placer que da ver una película consecuente con su trama y bien actuada.