'Mad God' - La inmortalidad de la artesanía
Phil Tippett era una persona desconocida por la mayoría a pesar de ser un maestro de los efectos especiales. Él es la persona detrás de esas criaturas que tanto nos impresionaron la primera vez que vimos 'Parque jurásico' o 'Star Wars'. Dentro de su campo es todo un referente, participando también en películas como 'Robocop', 'Starship Troopers', 'Willow' o 'Howard, un nuevo héroe', siempre en el apartado de los efectos especiales, en muchas ocasiones en la animación stop-motion.
Llegó agosto de este año y, de repente, su nombre empezaba a resonar por todo Internet. Salió a la luz el tráiler de 'Mad God', para muchos una agradable sorpresa en forma de película original, para otros no tan sorprendente. Tippett llevaba gestando la creación de esta obra más de 30 largos años, y algunos hacía tiempo que seguían este proyecto de película imposible. El dicho tráiler de por si ya prometía emociones fuertes, y saber que era una obra cumbre acabó de rematarlo; las expectativas, de golpe, eran enormes. Esto ya son palabras mayores, pero entrando en comparaciones con otras obras definitivas de grandes directores, estábamos presenciando el nacimiento de otra 'Ran', 'La cosa', '2001: Una odisea del espacio' o 'Mulholland Drive'. Lo que ocurre es que, normalmente, la obra definitiva, aquella en la que pones todo tu ser y tu esfuerzo, en la que te abres en canal al resto del mundo, se realiza después de haber hecho unas cuantas películas, y para Tippett esta era su primera experiencia al mando de un largometraje, algo que le ha dado exactamente igual. Se ha sacado de la chistera una obra maestra absolutamente descomunal.
He podido disfrutar de ella en el 54º Festival de Cine de Sitges, un marco prácticamente inmejorable para verla. Sus primeros minutos tienen una potencia desmesurada, una fuerza que te da de lleno en la cara y te pone en situación. Es tan ambiciosa como suena su creación. La escala de su animación en stop-motion es sumamente surrealista, como si de una película épica se tratase, sus sets de rodaje dan una sensación de profundidad y tamaño gigantescos. Hay una cantidad desorbitada de elementos en pantalla, similar a lo que pasaba con la también fabulosa 'La LEGO Película'. Es imposible cerciorarse de toda la información que te da cada plano con solo un visionado. El nivel de detalle en cada elemento es absurdo, especialmente en el caso de los personajes y criaturas que van desfilando por pantalla. Esta maestría en la artesanía se ve complementado por un diseño artístico salido de una mente enferma, malsana. Ya no es solo que el diseño de las criaturas sea desagradable e incómodo; es que su mundo está diseñado de forma infernal. Vas a pasar 80 minutos en el peor infierno que te puedas imaginar. Empiezas aplaudiendo y disfrutando su soez y exageradísima violencia constante para pasar a inquietarte y pensar, ¿cuándo va a parar esto? La respuesta es nunca.
El mayor miedo que había respecto a 'Mad God' es que, si técnicamente iba a ser una maravilla con toda seguridad, su guion era una incógnita; no había trabajos previos de Tippett para comparar. No son pocos los largometrajes que en lo técnico son una obra maestra pero no tienen un guion que potencie lo suficiente su apartado audiovisual como para que el conjunto sea memorable. Tippett se planteó que su película no iba a ser un envoltorio bonito vacío por dentro, y la ambición de su trama está al mismo nivel que el resto. Descendemos al infierno a través de los ojos de un explorador, que tiene el objetivo de llegar a un lugar en concreto. Esta sencilla premisa le da un abanico de posibilidades que se molesta en explorar a fondo. Los siete pecados capitales aparecen a lo largo del metraje, y veremos pasar por delante de nuestros ojos todo tipo de atrocidades relacionadas con el comportamiento del ser humano. Salvajada tras salvajada, no da tregua, y no tiene ningún atisbo de piedad con los seres que habitan el lugar donde sucede todo. Se antoja muy complicado no sentirse abrumado ante toda la información, y procesarla con un solo visionado es imposible, más aún si nos fijamos en su tramo final, donde se vuelve existencialista, rompiendo la cuarta pared de forma bestial. Llegado a cierto punto, su estructura se vuelve completamente loca y es raro no perderse, pero ahí se convierten en un film en el que es mejor dejarse llevar y sumergirse en la experiencia.
Esta obra descomunal en su paso por festivales está recibiendo multitud de elogios tanto de crítica como de público, pero es el tiempo el que la pondrá en su lugar, en gran parte por su apuesta técnica por lo real, lo orgánico, lo artesanal. 'Mad God' tiene un lugar reservado en esa lista de películas que no envejecerán jamás y en el olimpo de la animación. De la misma forma que 'La momia' o 'Black Panther' eran caducas nada más salir a pesar (y por culpa) de su gran apuesta por el CGI; o poniendo un ejemplo más cercano con 'Toy Story' y su rudimentaria (y revolucionaria) animación en 3D, el stop-motion es inmortal. Tan solo hay que echar la vista atrás y fijarse en 'Pesadilla antes de Navidad', 'Krysar' o 'Chicken Run' para ver que tienen más años que las mencionadas anteriormente, pero se conservan como el primer día y siguen luciendo espectacular. 'La cosa', 'Robocop', 'Parque jurásico' o 'E.T., el extraterrestre' tienen a los efectos especiales prácticos como parte importante del conjunto, '2001: Una odisea del espacio' (con la que 'Mad God' comparte varias cosas) apuesta muy fuerte por el uso de sets y maquetas o la trilogía original de 'Star Wars' por crear todo un universo tangible a base de animatrónicos y gente disfrazada. Películas que perduran en la memoria colectiva y que son historia del cine, donde puedes sentir el gran esfuerzo detrás de ellas. En parte, este texto es una carta de amor hacia lo rudimentario, hacia lo artesanal, y una queja hacia el modelo de cine comercial actual, sobrecargado de efectos especiales digitales, perdiendo toda la magia que tenía el cine de antaño. No es que ahora se haga mejor o peor cine que antes, pero se ha perdido el concepto del cine más puro para pasar a la computarización de todo lo posible.
Pero aún queda algo de esperanza. Aún quedan artesanos, gente que entiende por cine como algo puro y no digital. Como algo que puede tener imperfecciones y seguir siendo maravilloso. Laika Studios lleva toda su vida apostando por la animación en stop-motion, James Wan hace poco sorprendió a todos con su 'Maligno' por como evoca a una época donde el cine era diferente y desde Japón han llegado 'One Cut of the Dead' y 'Beyond the two infinite minutes', dos películas que nos recuerdan por qué sentimos pasión por el cine, una pasión que transmiten a través de la pantalla todo el equipo de ambas cintas. El cine que perdurará, del que se hablará dentro de 50 años, será este, el que no utilice el croma como herramienta principal, así que no todo está perdido.
Tippett nos ha otorgado el placer de disfrutar de su obra maestra. El trabajo de una vida. Y yo solo puedo rendirme a sus pies.
Nota: 9,0
Por Marc Sacristán García
@TheLebowskiMan
Le doy un 9.