Esta otra 'Libertad' de Clara Roquet es la historia de amistad entre dos adolescentes durante uno de esos tantos veranos durante los que parecía que nunca pasaba gran cosa, salvo el tiempo y sin apenas darnos cuenta, también la vida.

Ellas son Nora, tímida y sobreprotegida, y Libertad, la hija rebelde de la inmigrante colombiana que cuida a su abuela, enferma de Alzheimer. Libertad le descubrirá a Nora la posibilidad de otro tipo de verano más seductor y maduro, lejos de los círculos de confort y placidez conservadora de su acomodada familia, obligándole a enfrentarse a sus no tan valorados privilegios o a las convenciones familiares.

O en resumen, a la vida misma, en el que después de todo no será uno de tantos veranos para Nora: Ese será el verano en el que empiece a madurar y sobre todo, a ser consciente de la vida que le rodea fuera de las certeza absoluta del abigarrado caparazón familiar. Ese verano en el que todos pasamos de aceptar el "porque las cosas son así" a preguntarnos el "por qué las cosas son así".

'Libertad' no es sólo un notable "coming of age" y un fresco naturalista muy en la línea de producciones tan terrenales y cotidianas como 'Verano 1993'. La película además nos invita a levantar la cabeza y reflexionar sobre esas otras realidades con las que convivimos y a menudo tendemos a ignorar, como el desapego emocional o menosprecio invisible de la sociedad hacia aquellos que sirven a otros.

O sobre como muchas de las convenciones de la identidad familiar están construidas sobre una perspectiva interesada o partidista de la realidad. O sobre la pérdida de una serie de tradiciones, creencias y maneras de comportarse que están desapareciendo junto con la generación de nuestros abuelos, últimos bastiones de un mundo en el que todo parecía ser mucho más sencillo.

También habla sobre los límites de las clases sociales, que marcan el devenir y la relación entre tanta gente, o sobre el poder de la seducción y el amor, de cómo éste puede llegar a desbordar las fronteras de nuestro mundo marcándonos de por vida. Todo ello de forma espontánea y orgánica, y con una fluidez naturalista que como diría Lenny Nero, se siente como "un pedazo de la vida de alguien".

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex