'La promesa' - Entre medias de los entremeses
'La promesa' tiene un gran problema, y es que pretende abarcar mucho en poco tiempo. A partir de ahí viene todo lo demás, en un intento claramente fallido por parte de Terry George de reverdecer los laureles de 'Hotel Rwanda', esta sí una obra equilibrada de principio a fin. Se hace evidente, incluso resulta descarado y los paralelismos son más que evidentes, aunque sustituyendo Ruanda por el en aquel entonces (todavía) conocido como Imperio Otomano.
Pero hablábamos de equilibrio. El necesario y bienvenido equilibrio que brilla por su ausencia en 'La promesa', una película que en dos horas pretende contar algo que por inercia, por la propia naturaleza de cómo está planteada la historia, demanda de al menos el doble de duración para cobrar alguna dimensión que pueda trascender de la pantalla. Y lo que es más importante, que como espectadores pueda llegar a importarnos en alguna medida.
No es así, y 'La promesa' como espectadores nos sumerge en la rabia, en la impotencia de ver como el barco se dirige de frente y a toda máquina contra el iceberg sin poder hacer nada para remediarlo. Dos horas durante las que los hechos se precipitan más que desarrollarse, y esos mismos hechos se suceden sin solución de continuidad. Como anécdotas dentro de una historia que avanza a tirones en un destartalado convoy del Metro del Madrid de los 30.
Más que una película, 'La promesa' se intuye como un resumen de lo que tal vez podría haber sido, pongamos que una miniserie con terreno por delante por el que andar antes que correr, pero sobre todo tiempo. Como 'La puerta del cielo' amputada de Michael Cimino, aunque sin la vocación o el talento que definen una autoría. Un espíritu claramente servicial que no supondría ningún problema, como no lo fue en 'Hotel Rwanda', de haber gozado de equilibrio.
Ese equilibrio del que repetimos carece 'La promesa', víctima tanto de una estructura de difícil acomodo en pantalla, como de una narrativa que nunca tiene clara cuáles son sus prioridades. El resultado, un relato apresurado, inocuo y superficial repleto de bruscos vaivenes y de pasajes anecdóticos. Una sensación amplificada por la contratación de un puñado de rostros conocidos (al menos en España) que salen lo justo para no verles si se estornuda.
Poco más que Oscar Isaac y Christian Bale, este último probablemente resarciéndose de la mala experiencia de 'El maquinista' (y que por necesidades del guión le "privó" de disfrutar de nuestra rica gastronomía, con la consiguiente frustración según él mismo). Sobre sus hombros para llegar a lo justo, a aguantar de principio a fin aunque desde el principio esté claro que su final, el de la película como película, será tan poco bonito como lo es el resto.
Al final, o desde el principio. El término medio de algo que se encuentra, nunca mejor dicho, justo en medio... y en medio de la polémica que ha despertado por lo controvertido del momento qué esboza (más que retratar). Por esa clase de mierdas políticas, más interesadas que ideológicas que todo lo enturbian y le ha hecho merecedora de una gráfica tan curiosa como elocuente en IMDb. De ser justos, calculen entre el 1 y el 2 por ciento, apróximadamente.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Último trabajo en la realización del guionista de 'En el nombre del padre', Terry George, donde mediante una historia de amor entre los protagonistas se relata el genocidio del pueblo armenio por Turquía a principios del siglo XX.
Chris (Christian Bale) y Mikael (Oscar Isaac) en esta película beberán los vientos por Ana (Charlotte Le Bon que, por lo si lo habían pensado, no es hija del vocalista de Duran Duran) con el genocidio armenio de fondo; podría haber sido una 'Memorias de África' con belicismo, pero se queda en un digno intento.
Bale e Isaac están en sus respectivos papeles como se espera que estén de unos actores de su categoría, mientras que a Charlotte Le Bon no se donde ubicarla ya que este ha sido el primer filme donde la he visto. Por su trabajo aquí la puedo ubicar de momento en una media-alta categoría.
El guion viene a ser el punto más fuerte donde se relatan las salvajadas cometidas contra la gente de Armenia, si bien creo que no le habría venido mal condensar un poco la narración, ya que de tantas vueltas que dan los protagonistas se vuelve algo tedioso, además de que desaprovechan algunas ramificaciones que podían haber dado más de sí como es lo del matrimonio concertado.
No se puede negar que en cuestiones de fotografía, dirección artística y vestuario está muy cuidado. En el 'debe' está una historia con la que se empatiza, mas no conquista.
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