No por casualidad, el vietnamita Le-Van Kiet se dio a conocer en 2019 con 'Furie', una de tantas películas que a día de hoy se pueden considerar una "réplica" de 'Redada asesina' (y su secuela). Una película sencilla pero efectiva que uno rara vez se pondría a ver por el argumento. Lo cierto es que aquí se vienen a ver hostias como panes, y la excusa a menudo es lo de menos (aunque se agradezca una buena). Porque réplicas hay muchas, pero como 'Redada asesina' (y su secuela) muy pocas.

'La princesa' tampoco es ni de lejos 'Redada asesina', del mismo modo que Joey King no es una artista marcial como lo es Iko Uwais. Tampoco es una réplica, siendo más parecido a un sucedáneo. O a una imitación barata, como la de aquel tío de Albacete que actúa como si fuera del sur del Bronx. Una película que no se siente auténtica, capada por su adhesión al sedentario y poco arriesgado cine comercial Made in Hollywood. Como contratar a John Woo para que ruede como Brett Ratner.

De esta manera, 'La princesa' es cine de explotación de perfil bajo, conservador, impersonal y poco imaginativo. Un producto funcional que actúa como una distracción superficial, menospreciable y pasajera que no nos impedirá seguir con nuestra vida mientras tanto. O la típica película para ver de fondo en el trabajo, como quien escucha la radio con un interés variable en función del momento. Ese momento, por descontado, es el de las hostias. Causa y a la vez solución de todos los problemas del mundo.

A eso venimos, y no se puede decir que 'La princesa' no cumpla en ese sentido, especialmente de cara a quien no está acostumbrado a ver este tipo de películas. O a no ver las orientales por parecerles demasiado exóticas... o violentas... o auténticas. No deja de ser eso mismo, un sucedáneo de una de acción para los que no ven las de acción, siendo una producción poco brillante y olvidable pero honesta, lo que a su vez, siendo justos, la convierte en una producción digna (aunque olvidable).

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex