'La jefa' - Sólo cumplo órdenes
A finales del año pasado se estrenó 'La hija', estupenda película de Manuel Martín Cuenca en la que un matrimonio acogía en secreto a una moza de quince años embarazada. El acuerdo, que ellos se quedarían con el bebé como si fuera suyo y ella podría seguir con su aún joven vida como si nada. Win-win.
El argumento de 'La jefa' es similar: una adinerada empresaria acoge en secreto a su nueva asistente embarazada. Todos salen ganando. La "jefa" por fin podrá tener lo que nunca ha tenido pero siempre ha querido, un hijo, y la "empleada" mantendrá el puesto de trabajo con el que siempre había soñado.
Sobre el papel, todo es maravilloso. Pero hablamos de sendos thrillers. Ni todo puede ser maravilloso, ni todo puede salir bien. Dos películas con un planteamiento parecido pero un desarrollo completamente distinto. Ya no sólo por las particularidades de cada historia, sino sobre todo por el uso y aprovechamiento que cada película hace de ellas. Y mientras el experimentado Manuel Martín Cuenca le sacaba todo el provecho a la suya, el debutante Fran Torres deja que la que nos ocupa languidezca y muera incluso antes de llegar a nacer.
Si las comparaciones son odiosas es por algo. 'La jefa' tiene mimbres para ser algo distinto a lo que acaba siendo que, para entendernos y sin rodeos, es un vulgar telefilme sin más opción que recurrir al sinsentido efectista. Hay en ella ingredientes como para haber podido ser comparada de tú a tú con una película como 'La hija'. Ya no sólo porque aquella sea una (muy) buena película -que lo es-, sino porque aquella sabe a lo que va y sabe lo que quiere. Tiene una intencionalidad y cada coma del guión rema a favor de la corriente.
En 'La jefa' no ocurre esto. Ya sea el guión, la dirección o ambas a la vez, la película se desarrolla de manera rutinaria y sin prestar atención a los diversos ingredientes que la forman. A lo que podría y debería de darle algún tipo de vida, sentido o fundamento. De esta manera la película se desarrolla como una lectura de una primera versión de un guión en voz alta y sin entonación. Las cosas suceden porque tienen que suceder y los intérpretes dicen lo que dicen porque lo tienen que decir. Porque es lo que pone en el guión. Sólo cumplen órdenes.
Sirva que 'La jefa' tarda más de 50 minutos, media película, en ponernos en situación. Más de 50 minutos para plantear su sinopsis. Lo que a Martín Cuenca en 'La hija' no le costó ni 15 minutos. Si le cuesta atraer nuestra atención, aún es más difícil mantener lo que nunca tuvo. Y al final, sumidos en la indiferencia de la rutina del cine de sobremesa, el único suspense que hay en 'La jefa' es ese miedo a que una película se caiga con todo el equipo. Porque siempre confías en que al final, de alguna manera, todo haya servido para algo.
Pero no. Esta vez no.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex