'La estación de la felicidad' - Navidad, paz y amor
La vida te da pequeñas sorpresas como la que supone 'La estación de la felicidad', una de esas películas de las que no se suele esperar gran cosa y que sin dejar de ser lo que son, y a mucha honra, son bastante mejores de lo que pueden parecer que son y sobre todo, de lo que creías que podían llegar a ser. De las que sin parecer gran cosa, ni tampoco pretender (en apariencia) parecer lo contrario te arreglan una sobremesa y te alegran el día.
"La vida puede ser maravillosa", que decía Andres Montés. 'La estación de la felicidad' es de esas películas que te hacen creer que, efectivamente, la vida puede ser maravillosa. Un futuro clásico navideño con el que la actriz Clea Duvall emula a una Nancy Meyers en sus mejores días. Algo así como 'The Holiday (Vacaciones)', el tipo de película agradable y ligera que en cuanto te despistas un poco te boicotea la siesta (sin querer queriendo).
Un futuro clásico navideño que abraza su condición de comedia tres en uno, familiar, romántica y navideña pero que sin embargo no rehúsa a mancharse las manos, y de qué manera tan... sutil y agradable. En su doble faceta de guionista y directora Duvall introduce bajo su apariencia normativa, como quien no quiere la cosa, discretamente y de igual modo que en tiempos de censura, una variable en teoría subversiva que en la práctica no supone... nada.
Es casi un milagro que, en los tiempos que corren, Duvall sea capaz de conjugar la homosexualidad con los conservadores de forma tan orgánica, inocente y elegante. Parece mentira, pero en una época de crispaciones en la que unos y otros utilizan cualquier excusa para atizar a quien sea, reconforta encontrarse con una película como 'La estación de la felicidad' que realmente captura con infantilismo maduro el llamado "espíritu de la Navidad".
Clea Duvall no da puntada sin hilo y logra una cálida película navideña que, a diferencia de la gran mayoría de producciones navideñas, se siente auténtica, cercana y posible. Pero especialmente, nada casual ni mucho menos gratuita. Lejos de ser un encargo o un trámite para cobrar un cheque, Duvall honra al género con la inteligencia de quien hace buen uso de él antes de que él le use a ella, recalibrando de paso sus valores inmortales.
Algo parecido a lo que hizo Olivia Wilde con 'Súper empollonas', vaya, también con la complicidad de una pareja protagonista entregada a una causa que defiende con el mismo orgullo, dignidad y convicción que si fuera "una película de Oscar". A juego con una película que es exactamente la mejor versión de lo que parece que es: Ese emotivo y reconfortante abrazo de Navidad que nos hace creer que "la vida puede ser maravillosa".
Por Juan Pairet
@Wanchopex
Le doy un 6,5.