'Steak', 'Rubber', 'Wrong', 'Wrong Cops', 'Réalité', 'Bajo arresto'... y ahora 'La chaqueta de piel de ciervo', la no excepción a la norma. La costumbre, irregular pero bienvenida que es el absurdo desinteresado según Quentin Dupieux, lo que se dice un autor en toda regla y en su máxima expresión: Una película de Quentin Dupieux sólo puede ser una película de Quentin Dupieux, como bien sabe cualquiera que haya tenido el gusto (o disgusto).

Como marca la tradición, 'La chaqueta de piel de ciervo' es una fábula a mitad de camino entre el humor negro y el surrealismo que, en esta ocasión en particular, trata sobre la fragilidad de la masculinidad y la caída en la irracionalidad. La del que fuera el Lucky Luke de aquel tontorronísimo "placer culpable" de 2009, el tal Jean Dujardin, nacido para ser la carismática bella de esa extraña bestia que en español conocemos como "absurder".

'La chaqueta de piel de ciervo' es quizá la película más accesible de Quentin Dupieux, por cuanto muestra una simulación de la realidad más apegada al mundo real... aunque por supuesto lo sea sólo en apariencia. Es, suma y sigue, puro Dupieux. Como tiene que ser. Puro Dupieux desarrollado en un mundo donde igualmente, el surrealismo y bizarrismo inherente a su creador aguarda detrás de cada recoveco de una historia imposible.

El surrealismo y bizarrismo inherente a este sosias de Terry Gilliam más elegante y con mejor oído para la música, siempre rompiendo los límites de la realidad, los sueños, el tiempo y en esta ocasión, también, los de una simple "chaqueta de piel de ciervo". A la altura de sus mejores obras, capaz además de añadir un nuevo nivel al repertorio del cineasta francés: El de la sátira del cine de autor europeo del que por otro lado, también forma parte.

A su manera, por supuesto. Siempre a su manera.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex