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'Estado eléctrico' - De por sí

Vía El Séptimo Arte por 12 de marzo de 2025
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De por sí. 'Estado eléctrico' es una producción... de por sí, en la que sus responsables piensan, creen o asumen que todo va a funcionar porque sí. Como si el cine fuera una ciencia exacta, como las matemáticas. Como si resolver una ecuación fuera un gesto rutinario... como si un matemático pudiera despreciar el proceso y quedarse sólo con el resultado. Como si uno más uno fuese dos porque las cosas son así, sin más.

¿Por qué o para qué el ingenio... si tienes dinero? Aún más si cabe en el mundo del streaming, cuando al "contenido" no se le exige exigir toda nuestra atención. No es como (se supone que es) en una sala de cine, tú y yo; es más bien, como mínimo, un "cuarteto": tú, yo, WhatsApp y, por ejemplo, la plancha. Como mínimo. También, que podamos parar la reproducción o desconectar sin miedo a perdernos, o a sentirnos perdidos.

'Estado eléctrico' sería un buen paradigma de este tipo de cine milmillonario, lo que lo hace aún más doloso que da por sentado que la ecuación funciona sin más, porque no hace falta que lo haga. Basta con que lo parezca. Es ese "arroz con cosas" que nos venden como paella porque los ingredientes son los mismos. Y es cierto, lo son... pero no saben igual. Y si no saben igual es por el cariño o la habilidad de quien los ha preparado.

Incluso algo tan sencillo como una tortilla de un solo huevo sabe mejor o peor según quién la haga. O de las ganas que le ponga. Y a juzgar por los resultados, a los hermanos Russo se la ha sudado bastante 'Estado eléctrico', hasta el punto que podría haberla dirigido su asistente; o peor aún, una IA. Y es que este producto binario de sopotocientos millones carece de lo que solemos entender como calor humano. Y de alma. 

Sobre todo de alma, siendo la aplicación desapasionada y perezosa de una fórmula cuyo fundamento, visto lo visto, o se desconoce o no se han parado a desentrañar. Así, nos queda una producción -que no una película- obvia, plana, rutinaria y simplona equivalente a estar comiendo albóndigas de bote mientras rememoras las que te hacía tu madre siendo niño. Una comparación no ya sólo indigesta, sino hasta humillante.

Aún más teniendo (muy) presente el poderío conceptual de la obra original de Simon Stålenhag o 'Historias del Bucle', la estupenda adaptación de otra de sus obras. 'Estado eléctrico', sin embargo, se queda en lo básico, elemental y superfluo, eliminando prácticamente todo rasgo de la obra original que la hace especial. Hasta el punto que hasta el diseño de los personajes resulta feo, e incluso extrañamente turbador.

Algo que no podemos achacárselo a sus estupendos efectos especiales, el único apartado en el que brilla una producción, por demás, excesivamente noña que además se toma demasiado en serio a sí misma, lo que por otro lado deja en fuera de juego a Chris Pratt, el único que emulando a Jack Burton parece estar en el tipo de película a la que 'Estado eléctrico' y la BSO de Alan Silvestri sin duda están intentando emular.

Un tipo de película enterrada, pisoteada por su prominencia digital, su desdén conceptual y un guión plano y rutinario visualizado de manera igualmente plana y rutinaria. Ante esta metástasis poco hay que rascar, y lo que se presenta como el típico relato de aventuras ochentero acaba reducido a un desapegado, estéril, aburrido, largo y pesado desfile de tópicos cuyo alcance narrativo y/o emocional no llega ni a pie de página del original. 

Aunque no hay mal que por bien no venga... al menos sirve para recordarnos 'Historias del Bucle', y para recomendársela a todo aquel que no la haya visto... y tenga tiempo para relajarse delante de la tele como hacía Roy Knable.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

 

'Tales from the Loop' - Historias del Bucle

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