Tras un accidente tres adolescentes adquieren la facultad de viajar en el tiempo, veinte años hacia adelante y hacia atrás, con un simple estornudo. Allí ocupan sus cuerpos adultos y observan qué ha cambiado a lo largo de estas dos décadas. Lo que al final acabará derivando en una situación de proporciones... apocalípticas. 

El debut en solitario de Li Yang podría describirse, así a bote pronto y de forma no especialmente inspirada como un apabullante cruce entre el Edgar Wright de 'Scott Pilgrim contra el mundo' y el cine de Stephen Chow. Con sus mismos pros y contras, con el amor por el absurdo y el exceso como idolatrada forma de ser y de vida.

Tanto que su creatividad un tanto infantil puede llegar a cansar, siendo que hasta la película parece acabar cansándose de sí misma en más de un momento. Y es que es tal su impetú y frenesí, que es tan difícil como imposible mantener la intensidad y la diversión constantes de principio a fin durante 95 minutos que parecen 125.

Máxime, cuando hablamos como hablamos de una película atolondrada y mutante como 'Escapando del siglo 21': Una confesa tontuna espasmódica y multigenérica que abarca más de lo que puede apretar de una manera tan jovial, simpática y carente de vergüenza como al final redundante, irregular y extenuante.

Tonta y gozosamente extenuante.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex