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'Encerrado con el diablo' - Bajo sospecha

Vía El Séptimo Arte por 09 de julio de 2022
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El creador y máximo responsable creativo de 'Encerrado con el diablo' es el novelista Dennis Lehane, autor de los originales de 'Mystic River' o 'Shutter Island' que ha coqueteado cada vez con más frecuencia con las tareas de guionista en producciones como 'The Wire', 'Mr. Mercedes' o 'El visitante'. No tengo claro hasta qué punto es una impresión sugestionada por saber esto de antemano, pero durante el visionado de los seis episodios de esta miniserie he tenido una sensación similar a la de estar leyendo un libro.

Al igual que ya hizo en 'La entrega', el director Michaël R. Roskam se dedica a transcribir las palabras de Lehane con sumo respeto, solvencia y credibilidad confirmando su categoría como aplicado artesano de grado medio que rara vez antepone su labor a la historia. En este caso, además, adaptándose como un guante a la apariencia pulcra de las series de Apple TV+ como 'Defender a Jacob' o 'Las luminosas' de la que se erige, tal cual, en una viva imagen de lo que serían sus características más reconocibles.

Sobre todo su porte rematadamente aseado y su higiene audiovisual, donde todo parece estar siempre bajo control. Ese alumno avezado que se conoce al dedillo un manual de estilo que aplica con férrea y sobria dedicación, pero al que le falta ese punto de intuición o instinto que por contra sí tienen 'The Afterparty', 'Servant' o 'Separación'. En el caso de 'Encerrado con el diablo' no es la sensación más exacta, pero sí la que mejor define una miniserie impoluta a la que parece no salpicar la mierda que tanto la rodea.

Como lo que vendía Lenny Nero en 'Días extraños', un paseo por el lado oscuro sin ensuciarse las manos. Bajo su aparente elegancia 'Encerrado con el diablo' vendría a ser algo parecido a esto, siendo que su sordidez permanece siempre a resguardo de sus palabras. Como en la adaptación de una novela de la que se han dejado palabras por escribir, por miedo a resultar demasiado perturbadoras para esa impresionable mayoría que se cree buena. Y que no quiere que la intimiden, tan sólo sentirse buenos.

Dejando al margen algunos sorpresivos chispazos de genio que rompen su pausada dinámica, 'Encerrado con el diablo' no brilla especialmente como drama carcelario que abarca demasiado como para luego no pasar de puntillas por muchas cosas. De igual modo la investigación que se desarrolla en paralelo, los flashbacks de la joven víctima o el forzado arco de redención de Taron Egerton tampoco resultan particularmente memorables. No desentonan, pero de por sí la serie no brilla en la misma proporción a sus virtudes.

Como si seis episodios no hubieran sido suficientes al tiempo que lo son de sobra.

Ahora bien, este posible exceso de palabrería encuentra su por qué en boca de sus interpretes en los momentos precisos, en especial cuando Paul Walter Hauser lleva la voz cantante. Su incómoda y ambigua dialéctica funciona como la escenas de lucha en una película de acción, creando una obra desigual por cuanto las acciones no tienen el mismo recorrido o calado que las palabras. Palabras, o conversaciones que acompasan una función que a través de ellas adquiere el estímulo que nos impulsa hasta el final.

De esta manera, 'Encerrado con el diablo' sería un título relativamente "menor" que tiende a crecerse y a llevarnos la contraria cuanto más sentimos la tentación de minusvalorarlo. Un tira y afloja que apuntala la brillantez de sus mejores detalles a costa de ensombrecer todo lo demás. Su indudable solidez a nivel técnico, la posibilidad de decirle adiós a Ray Liotta o el constante fluir de pequeños detalles, diálogos o momentos por encima de la media garantizan en cualquier caso un grado óptimo de satisfacción.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


Encerrado con el diablo

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