José Luis Garci tiene 75 años. Y cuando se llega "a viejo" como él hay dos opciones, y no sólo a nivel laboral. Dos opciones, o intentar adaptarse a los nuevos tiempos, o mantenerse firme a sus ideales, por muy anticuados que puedan parecer... bueno, existe una tercera, la jubilación. Forzosa, voluntaria o accidental. Pero esa ya es otra historia.

Garci, decíamos. Un señor mayor que olé sus cojones, se ha mantenido firme en sus ideales. Al menos, en lo que al cine se refiere, que de todo lo demás ni sé ni me importa. 'El crack cero' es como una "cápsula del tiempo", una película de otro tiempo sin la más mínima inquietud por intentar aparentar, disimular o adaptarse a los nuevos tiempos.

Uno se imagina a Garci como se imagina a Clint Eastwood, todavía hablando con sus amigos a través de los teléfonos de las cabinas públicas que aún puedan existir. Alguien que cuando le pides una dirección de e-mail te da un apartado de correos. Alguien que la única utilidad práctica que le encuentra a un ordenador es la de servir como bandeja del té.

Garci sigue siendo Garci. Y 'El crack cero' sería un ejercicio de estilo si no fuera porque es como es de manera genuina, por inercia evolutiva y no a consecuencia de un proceso de maduración reverencial. Una concepción tan básica, y tan simple como a la vez tan pura, y tan honesta que eso sí, bebe más de la literatura que del propio cine (negro o no).

Una manera tan obstinadamente académica, tan heredera del manual de cinematografía más básico pero a la vez, en teoría más inmortal e imperecedero. 'El crack cero' parece a la vez, y en igual medida, la obra tanto de un consumado cineasta veterano (del todo acomodado) como la obra de un impersonal estudiante novato (del todo acobardado).

Garci es Garci, sigue siendo Garci y no engaña a nadie que no quiera ser engañado: El tráiler de 'El crack cero' tampoco. Tal cual es tal cual se muestra. Dos horas de algo tan añejo que en la actualidad, en el mundo moderno se antojan del todo anticuadas... para todo aquel que no sea capaz de encontrar en ella el beneficio de la excepcionalidad que posee.

Si lo cortés no quita lo valiente, lo marchito tampoco quita lo elegante. Con dos cojones, y manteniéndose fiel a un tipo de cine que por mucho que aparente estar envejecido, no deja de ser... es más, no deja de ser una concepción mucho más honesta, pura y respetuosa que la de la gran mayoría de espectáculos pirotécnicos que da de comer al streaming.

'El crack cero' se puede considerar toda una rareza, una obra que aún sin ser especialmente buena en ninguna faceta, ni mucho menos circunstancia, si presenta argumentos de sobra para contentar a los que siempre buscan alternativas. Cosas diferentes, variadas. Curiosas. Es tan "demodé" que incluso tiene su gracia, reducida pero encomiable como tal.

Como el abuelo con sus batallitas.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex