'El año de la furia' - Quien mucho abarca poco aprieta
'El año de la furia' bien podría ser la definición gráfica de "quien mucho abarca poco aprieta". Alberto Ammann, Joaquín Furriel, Daniel Grao, Martina Gusman, Sara Sálamo, Maribel Verdú, Paula Cancio, Miguel Ángel Solá... todos ellos dan vida a personajes que podrían haber encabezado el reparto de su propia película, y sin embargo aquí se ven forzados a compartir apenas cien minutos de metraje que, una vez repartidos entre todos, dan para poco más que migajas.
Las migajas de lo que parece que podría haber sido pero que sin embargo rara vez llega a ser. De lo que podría haber sido, de lo que pretendía ser, o de lo que quería ser pero rara vez llega a ser. 'El año de la furia' es una película coral que pretende transmitir una instantánea de un momento y un lugar concretos, ese Uruguay que en 1973 pasó de una democracia a una dictadura. Una imagen clara que se transmite de manera tosca y superficial. Un mazacote.
Un bizcocho que se hace bola. Y es que los diversos personajes que forman esta instantánea tienen poco espacio para desarrollarse como parte de una realidad que no se presente enlatada. Dicho de otra forma, "quien mucho abarca poco aprieta". En su doble faceta de guionista y director, Rafa Russo no acierta a dotar de equilibrio a una historia cuyos distintos elementos no se compenetran para alimentarse entre ellos y formar un frente común.
'El año de la furia' es un conjunto de esbozos limitado a los "highlights" de cada personaje, sumando un número excesivo de efectivos para el poco recorrido que tienen la mayor parte de ellos. La película bien podría haberse centrado en Ammann y Furriel o en Grao y Gusman. Haberles abrazado como protagonistas absolutos, con fuerza y amor. Haberle dado a este mosaico un puntal claro y sobre todo sólido al que los demás se dedicasen a sacar punta.
Darles libertad a unos pocos en lugar de encerrarlos junto a unos muchos. Doce pares de ojos no ven más si cada uno está mirando por lo suyo. Unos personajes con existencias a medias que no parecen respirar fuera de plano. Engranajes de una ficción antes que personas de una realidad que aunque simulada, pudiera sentirse real. Esclavos de una ficción sin pasado ni futuro, en el teórico beneficio de una causa ante la que en la práctica esconde la mirada.
'El año de la furia' se torna en un simple y a la vez simplista retrato. De buena apariencia y distraído, pero ceñido a unas pautas que actúan como un corsé demasiado apretado. "Quien mucho abarca poco aprieta", y a Rafa Russo le ha salido una instantánea movida. Una película sin curvas y con demasiadas puntadas sin hilo en la que lo de todos acaba siendo de nadie. Donde tanto es a lo que se ha querido dar aire que tanto es lo que se ha quedado sin aire.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex