'Dunkerque' - Como amantes en la cama
Hace poco Christopher Nolan comentó durante el transcurso de una famosa entrevista que, como cineasta, su único objetivo y compromiso era crear experiencias que sólo puedan vivirse en una sala de cine. Eso era lo verdaderamente importante de aquella entrevista, y el por qué de la comparación (espiritual) con Stanley Kubrick, director cuya filmografía es la mejor evidencia para los espectadores, de prácticamente cualquier generación, de la diferencia que puede haber entre ver y experimentar una película.
Y la que mejor explica cómo y de qué manera hay que entender la ambición e intenciones del Sr. Nolan con 'Dunkerque'. Y cómo y de qué manera hay que enfrentarse a este 'Dunkerque', un clásico instantáneo del cine bélico moderno capaz de dar, en el entorno (y la compañía) adecuados, el salto de película a experiencia. De visionado pasivo a vivencia activa. De que sus heroicidades acallen por completo a los que prefieren insistir en unas debilidades en esta ocasión más que nunca (y por una mejor causa), irrelevantes.
'Dunkerque' está claramente concebida como una experiencia inmersiva, sensorial, instintiva. Algo muy cercano a lo que sería caer en trance. La voluntad de Nolan queda clara desde el principio, y el resultado es rotundo hasta el final. En su apabullante sencillez, en su pragmatismo visceral, en su contundente constancia. En lo estilizado, directo e intenso de una propuesta que no concede ni un momento de respiro, y que no siente la necesidad de escudarse en nada que no sea en ella misma. Y con orgullo, mucho orgullo.
'Dunkerque' condensa en poco más de 100 vibrantes minutos las principales virtudes de Nolan como el cineasta que es; especialmente, las que le sitúan como un maestro del tempo narrativo y la manipulación del tiempo y el espacio. 105 minutos de puro y caótico nervio. 105 minutos repletos de inquietud y suspense durante los que los distintos acontecimientos se entrelazan como amantes en la cama. Sin solución de continuidad, sin momentos de transición, sin mayor explicación que un simple cambio de plano.
De hecho esto último es, si dejamos al lado su absorbente y machacona pericia técnica, lo que más destaca en 'Dunkerque'. Se podría decir que no hay historia, tan sólo hechos. Si Michael Bay se escudó en un triángulo amoroso para escenificar el (excelente) bombardeo de 'Pearl Harbor', Nolan literalmente "pasa" de cualquier excusa posible. De lo que no sea lo elemental para ir a la "sangre, sudor y lágrimas" británica: A esa playa, a ese momento, a esa emoción primitiva sin principio ni final. A ese bombardeo, sin más.
'Dunkerque' vive de una estructura narrativa que escapa de la parafernalia habitual, en especial dentro del subgénero histórico de gran presupuesto. Una rabiosa sucesión de hechos elementales dónde apenas hay explicaciones, el contexto pasa a ser un pretexto, nunca vemos a un alemán e incluso los diálogos llegado el caso, sobran. 'Dunkerque' es un bonito, precioso, tenso thriller bélico servido a voluntad que no destaca por su rigor histórico, sino por encarar la guerra con un trepidante propósito humanista sin patria.
Nolan nos suelta en aquella playa como si fuéramos otro soldado con apenas media frase. En plena guerra, con el corazón en un puño, bajo cualquier bandera y el constante bombardeo musical de un Hans Zimmer que se crece a su lado. Sabemos lo mínimo, y en verdad lo único importante: Más que de guerra, se trata de supervivencia. Todo lo demás, pura incertidumbre envuelta en el realismo mágico del efecto práctico del millón de dólares, de una belleza tan espectacular como sobre todo, temiblemente tangible.
Nolan tenía su parte de razón, al menos en lo referente a lo importante de aquella entrevista: Una experiencia que como tal, en condiciones óptimas, sólo puede vivirse en su hábitat natural. Alejada por completo del sensacionalismo del blockbuster con alma de videojuego, Nolan honra a la gran pantalla en igual medida que a sus palabras, convirtiendo el artificio en algo real, auténtico. O una nueva razón, si acaso la más concluyente, por la que Christopher Nolan es una de las razones más convincentes para pagar una entrada de cine.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Por cosas como estas es por lo que rara vez se disfruta en casa igual. Siempre paras alguna vez por algo.
Como muchos, fui de esos que, esperando como agua de mayo el nuevo film de Nolan 3 años después del último, se quedó un poco decepcionado al ver que era una bélica, como si el género no estuviera ya bastante explotado por otros. Pero ha sabido darle un aire nuevo con una obra apabullante en lo audiovisual, resultando un simulador bélico que te convierte en protagonista por tierra, mar y aire, junto con una lucha por la supervivencia cargada de momentos de impotencia y desesperación, rematado con el clásico debate moral de los precios a pagar por vivir tú y no el de tu lado, aunque no por ello la historia quede sin héroes a los que encumbrar.
Con un film que te hace vivir tantas sensaciones (más allá de lo visual y de una de las BSO del año) es injusto decir que es sólo técnica. Si es cierto que muchos personajes a priori protagonistas te importan poco e incluso cuesta recordar sus caras pero hay unos cuantos notables.
Y para rematar, la guinda de la cabeza juguetona de Nolan: las tres líneas temporales que sigue la cinta. Que cuando se pone a jugar adelante y atrás a su antojo a alguno se le puede hacer complicado de seguir de forma exacta pero no juega en perjuicio de la narrativa y es más bien un regalo extra que le otorga también un valor extra.
Un notable alto.
Esto tiene su lado bueno. Encontramos la épica en cosas chicas(en comparación, con lo que puede ser, y suele ser, una película bélica) en una embarcación de recreo, en la cabina de un caza(o similar, me pierdo en armamento)... Y eso hace la épica, quizá, más disfrutable, puesto que la hace más cercana...
Por otra parte, la angustia, el miedo, todo lo malo, es mucho menor y, por ello, lo que se supone que es un rescate milagroso, se convierte en un evento más dentro de una guerra. No es lo mismo rescatar a alguien encerrado en un ascensor que rescatar a alguien de una casa en llamas.
Genial la música.