El cine bélico fue uno de los géneros canónicos de la Edad de Oro del cine americano. 'Devotion. Una historia de héroes' podría ser esa imagen que tenemos de esas películas producidas durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Para el caso, como si fuera a ser una de ellas cuando hayan pasado los suficientes años como para sentirse así de añeja; cuando Jonathan Majors lleve ya tantos años actuando que incluso se nos haya olvidado que hubo un tiempo en el que era el nuevo Denzel Washington.

Que conste que lo digo como un cumplido, siendo la nueva película de J.D. Dillard como uno de aquellos clásicos del cine bélico en donde todo parecía estar en su sitio y no había nada que no resultase eficiente. Películas cuya convicción y sobriedad genérica nos resultaban muy propicias para dejarlas puestas de fondo, en la tele del salón, mientras estabas de sobremesa con la familia en una época en la que los ordenadores, los móviles, el Internet o el streaming aún parecían cosa de otro siglo.

Películas que por inercia pretendes menospreciar pero que a poco que les prestas algo de atención se acaban haciendo contigo. El respeto acalla la sensación a déjà vu con la complicidad que despierta un acertado surtido de clichés de confianza. Películas como 'Devotion. Una historia de héroes' tienen el don de hacernos sentir curiosidad por comprobar si van a ser exactamente como pensábamos que son. Y dejando al margen pequeñas variaciones, rara vez no lo son. Rara vez queremos que no lo sean.

Y es que están bien hechas. Todo está en su sitio y no hay nada que no resulte eficiente, lo que les confiere esa aura de cómoda familiaridad para quien sienta algún tipo de afección por el género. La misma que posee 'Devotion. Una historia de héroes', película de apariencia y comportamiento intachables cuya potencial admiración se reduce a su mesura, elegancia y educación. Es la película bélica con aroma a siglo XX que aparenta ser "Nada nuevo" que tampoco se siente "nada viejo".

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex