'Cuestión de justicia' - Una de abogados
'Cuestión de justicia' es "una de abogados", algo que se admite que sea dicho con desidia. "Una de abogados" basada en hechos reales, por supuesto que sí, que cuenta la habitual historia de un joven abogado (Jordan) que luchar por defender a un falso culpable (Foxx) frente al poder establecido. El abogado al que interpreta Jordan se verá envuelto "en un laberinto de maniobras legales y políticas y de un racismo abierto y descarado mientras lucha por el personaje de Foxx y de otros como él, a pesar de tenerlo todo en su contra, incluido el sistema legal".
No es que no me guste el cine "de abogados", como bien prueba lo mucho que disfrute hace apenas un mes de una película como 'Aguas oscuras' que es posible que ni les suene. También de abogados... o para concretar, de la lucha de un obcecado abogado al que habría que hacer la ola contra un sistema ideado, en esencia, para favorecer a los más favorecidos. También basada en hechos reales, lo que por otro lado tampoco tiene por qué ser relevante cuando hablamos de lo que en la práctica es una película. Sólo una película. Una simple película.
Desconozco la historia real tras 'Cuestión de justicia' más allá de lo visto en una película que, a diferencia de lo mostrado en, por ejemplo, la mencionada película de Todd Haynes, no transmite más pasión que la rutina de quien baja al Spar y hace una película de ello. Dos horas para contar como me preparo, como bajo, como accedo al supermercado, como... bueno, en fin, todo eso. "Una de supermercados" como para que cuando acabe cualquiera me pregunte "y todo esto, ¿pa qué?". ¿Dónde está "eso" que hace que esta excursión al Spar sea especial? ¿peculiar? ¿particular?
Dos horas muy largas de película después, 'Cuestión de justicia' es incapaz de responder a esa y cualquier otra pregunta. Es una sucesión de escenas que se van sucediendo sin que nada que las distancie del déjà vu que supone tildarla como "una de abogados"... más, sin... más. Ya no es que de antemano nos la sepamos, es que sus responsables siquiera amagan con poner en duda esa certeza legal y moral. Ni se molestan en darle una mínima doblez a "los malos" de una función tan acartonada y plana como un mal intercambio de golpes a través de Twitter.
El malo es malo porque es racista, y es racista porque es el malo. No tengo nada más que decir, señoría. No dudo que en la vida real la historia pueda ser apasionante, y que de hecho deba ser jodidamente intenso vivir algo así en primera persona. Pero a los hechos me remito, como se supone que tiene que hacer un abogado al que no le vale plantarse delante del juez y repetir, sin más, que su cliente es inocente y que el que le acusa lo hace por racismo. 'Cuestión de justicia' es un repaso funcional, esquemático, inerte de un suceso más blanco que la leche.
Y lo peor no es ni eso, ni tampoco ese halo moralista del que te adoctrina en lugar de contarte una historia. Lo peor, es que después de dos horas largas es incluso incapaz de explicarse bien al estar tan enfocada a su hilo argumental. Algo que, contradictoriamente, proporciona lo mejor de la función al tiempo que pone en evidencia sus miserias: A un funcionario de prisiones le basta decir "5 minutos" para follarse (y perdonen la expresión) a todo lo demás. Algo tan descolgado de la película que ante todo lo demás acaba pareciendo un conato de sutilidad.
Pero no, no lo es: Es un detalle suelto, sin más desarrollo que ese "whitewashing" con el que señalan a películas como 'Green Book'. Basta con compararla con 'La milla verde' cuyo recuerdo es imposible que no acuda a la llamada. En la película de Frank Darabont todo era humanidad y un profundo respeto por la vida humana, mientras que en 'Cuestión de justicia' es un guión. La típica historia con la que "los de Hollywood" acallan las voces de su cabeza. La cantinela de un político, o un cineasta que no sabe (o no quiere) más que repetir un eslogan.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
'Cuestión de justicia' va justamente (badumtss) de eso, de que la justicia no depende (y no debería depender) del color de la piel o cualquier cosa estética, sino de simple y llanamente los hechos, solo que en términos cinéfilos no tiene nada que demostrar, a pesar de sus honrados intentos de destacar.
Michael B. Jordan y Jamie Foxx (Brie Larson no destaca tanto a pesar de aparecer en buena parte del filme, su papel es más de soporte) hacen un buen combo en el que son uno de los principales culpables de que la cinta tenga un resultado de aprobado sobrado, e incluso un notable bajo; no obstante, no llega al nivel de otros dramas judiciales como 'La caja de música' o 'Las dos caras de la verdad' que las considero mis dramas judiciales favoritos y se queda a un escalón de ser algo más que una muy correcta película judicial con el tema del racismo de fondo. Destaco, eso sí, el tramo inicial que involucra al personaje de Herbert Richardson donde se ven las mejores escenas.
Con lo que sí hay que quedarse es en la valiosa lección que no debe perderse de que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario, sino de que solo se es culpable sentencia judicial mediante, aunque a veces las sentencias también puedan ser discutibles.
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