Un hombre sobrevive solo en medio del Ártico, donde lleva atrapado desde hace un año. Los restos del avión que utiliza como refugio son el vestigio de un accidente lejano. Ha aprendido a luchar contra el frío y las tormentas, a esconderse de los osos polares y a pescar su comida. Cuando una operación de rescate fracasa, el hombre duda entre permanecer en su campamento o emprender una peligrosa aventura para ser localizado...

ÁRTICO es un relato de supervivencia minimalista, paciente y riguroso. De ese tipo de relatos simples, sencillos y centrados en pequeños detalles que requieren de un actor capaz de llenar la pantalla como por ejemplo Mads Mikkelsen, más que de sobra dotado para cargar sobre sus hombros con el peso de una película que deja, por devoción y necesidad, literalmente, toda la responsabilidad en sus manos a lo Tom Hanks en buena parte de 'Naúfrago'.

Como también demuestra estarlo la propia película, ópera prima de un tal Joe Penna, también conocido online como MysteryGuitarMan, para aportar mucho con poco más que lo justo y necesario. Que de eso se trata, precisamente y en resumen, de aportar con lo justo y necesario: La lucha del hombre por sobrevivir cuando no hay a nadie a quién recurrir salvo uno mismo. El hombre contra el universo en versión de andar por casa, la del nevado y frío mundo real.

ÁRTICO es una película elegante, bien construida y sobre todo lo suficientemente bien ejecutada como para sentir que la lucha por sobrevivir es algo tan atroz, crudo, lento, intenso y desesperado como suponemos puede llegar a ser en la vida real. Que no es como en una película. Una de esas producciones pequeñas, sencillas y directas que, como el algodón, no engañan y se hacen grandes a través de su honesto espíritu de supervivencia narrativa.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex