'Una segunda oportunidad' - Adopción peligrosa
Admito que es escuchar el nombre de Susanne Bier y sentir como un espasmo cruza todo mi cuerpo. Mi cabeza ha decidido de forma unilateral arrinconar su nombre en una esquina junto con el de otras enfants terribles como Catherine Hardwicke o Rachel Talalay. Lo cierto es que el capricho gratuito de incluir a la directora de 'Después de la boda', 'Te quiero para siempre' o 'En un mundo mejor' en la misma lista que a la directora de dos clasicazos de lo barriobajero como 'El chip asesino' y 'Tank Girl' es, como poco, cuestionable; incluso doloroso, ofensivo o rematadamente estúpido. O puede que no tanto si atendemos a los excesos kamikazes de sus respectivas carreras.
Lo de la Señora Bier es el drama en su expresión más sádica, enfermiza y pueril aplicado con una quimérica saña de la que sólo se ha librado Pierce Brosnan, tal vez porque desde que ejerciera como 007 tiene licencia para que todo le venga a dar un poco lo mismo (a juzgar por la inmaculada expresión de su cara). La fama le precede: es leer el nombre de Bier y cualquier otro elemento se muestra en un segundo plano. Y 'Una segunda oportunidad' es un drama a la altura de la crueldad de la Sra. Bier hasta el punto, que evoca un parentesco más que razonable con la 'Adopción peligrosa' de Will Ferrell & Kristen Wiig, por tirar de un oportunismo no presente en San Sebastián hace un año.
Indudable su experiencia, su solvencia, o su buena mano. En ocasiones, o a menudo, según el grado de malicia. Pero por lo general más que suficiente para imprimir un cierto contorno a lo que en manos de una Rachel Goldenberg sería otra 'Adopción peligrosa', el que se ha revelado como el gran ensayo sobre como pervertir al espectador para que devore mierda pensando que está paladeando un exquisito susi. Al fin y al cabo, de por si, la perversión de un drama es una parodia prácticamente por definición. Y en 'Una segunda oportunidad' la realizadora, con elegante determinación, lleva hasta tal extremo su obsesión por el porno dramático que sí logra difuminar por completo la barrera de dicha perversión.
Incluso uno de sus personajes la describe indirectamente como algo "descabellado", sin que quede claro hasta que punto es consciente la realizadora de lo ridículo que puede llegar a ser su desprecio hacia la raza humana. Y es que la Bier no se cansa de arrojar mierda y más mierda (sobre mierda) a sus personajes, en especial al popularmente conocido como Jaime Lannister. Una bacanal culebresca cuyo exceso de miserias ahoga por completo el impacto de las mismas, si bien a su vez la envuelven de una manera tan desfasada y pasada de vueltas que, impulsada por el enorme margen de duda existente sobre si es una parodia (in)voluntaria o no, resulta arrolladoramente entretenida.
Nota: 5.5
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
En esta que nos ocupa el trasfondo moral que recubre la historia es atrayente, pero a su vez camina sobre un alambre tan fino que parece que se romperá en cualquier momento hasta su precipitado final, y quizás sea la convincente actuación de Nikolaj lo que ayude a que todo se sostenga pasando por alto alguna de sus incoherencias.