'Una chica vuelve a casa sola de noche' - El magnetismo hipnótico de una vampira con burka
Hace poco vi "Tales (Ghesse-ha)" y comentaba la buena mano que parecen tener desde Irán con los dramas sociales o al menos, el ruido que han hecho por aquí algunos los últimos años. Pero un drama rodado en blanco y negro, mezclado con thriller, con western y por medio una vampira con burka, es, cuanto menos original...
Y la artífice de ello es la directora Ana Lily Amirpour, que nació en UK, se crió desde pequeña en EEUU pero es originaria de tierras persas, y una ciudad (imaginaria) llamada "Bad City" de Irán es el enclave elegido y todos los actores tienen rasgos y/u origen allí. Los seriéfilos reconocerán a alguno como Marshall Manesh, el carismático Ranjit, secundario habitual y chófer de "Como conocí a vuestra madre".
Aquí de nuevo es secundario aunque clave, como padre del protagonista, un joven (Arash Marandi) que trabaja para adinerados para poder pagarse el coche e intentar cubrir los agujeros monetarios que deja su progenitor, adicto a alcohol, drogas y mujeres. "Bad City" también tiene un narcotraficante y proxeneta, prostitutas, inquietantes fosas comunes y sobre todo, una vampira (Sheila Vand), que pasea de noche para alimentarse, intentando elegir a "chicos malos".
La cinta no es que tenga una gran riqueza en su guión, tampoco un ritmo o regularidad que sean recordados, pero entre su inmensa fotografía en blanco y negro, su notable BSO y sus personajes, forman un magnetismo que enamora y del que es difícil escapar. De esas cintas que en conjunto no parecen dejarte una magnífica impresión pero que no puedes dejar de pensar en ellas, con escenas que asaltan tu mente una y otra vez y que tardarán tiempo en desaparecer de tu retina.
En resumen, un estimulante drama con aires de western sobre una vampira con evidentes reminiscencias al cine de autores como David Lynch, Win Wenders o Jim Jarmusch. De narrativa pausada pero visualmente poderosa, con un argumento nímio dilatado con frialdad y una muy calculada mesura estética nacida para la discordia, lo que pone tan fácil tacharla de pretenciosa como tan hipnótico resulta su visionado.
Nota: 7.3
Por Abrahán Guirao, AKA Calderilla
@Calde_Vila
Nada más empezar, su imagen y sonido te embellecen y atrapan, despierta tu curiosidad e interés su hermosa estética de sosegada andadura en blanco y negro, mezcolanza de inquietud interrogativa, pasividad tormentosa y silencios claustrofóbicos que acompañan a esta justiciera musulmana/vampiresca insertada en torno a un western de asfalto, frío y juzgador, que aplica su ley a impuros indecentes, corrompidos y arrastrados por el vicio, más un atractivo galán, resignado héroe de corazón puro, a lo James Dean, que completa este cuadro exquisito, surrealista y extraño que se toma su tiempo y espacio para esparcir meticulosamente su romántico terror.
Devoradora de sangre que encuentra a su Drácula particular, bueno, ingenuo e inocente, humildad como ingredientes salvadores para alejarle de la tentación de Eva que le atrae hacia el mal, escenas de fotografía impresionante, cuidada al detalle, llenas de referencias y simbolismos en cada uno de sus elementos y rincones, sus colmillos nada pueden hacer contra el amor y cariño sincero de quien quiere conocerla y saber de ella, música deliciosa de magnífico acompañamiento para una peculiar historia de miedo y horror, de contención y privación cuando el deseo de plasma llama a tu boca y despierta tu sed.
"He hecho cosas malas", incesante rumbo donde castigo y soy castigada, pues no puedo entregarme a tu amor a pesar del ferviente anhelo de poseerlo, oscura historia de lentitud devoradora, de emociones retenidas, encerradas por una Julieta inalcanzable para desesperación de su desconcertante Romeo, tragedia sin color, de figuración impactante que se mueve con la quietud y dolor de las grandes óperas dramáticas, duelo nocturno de quien no quiere batirse pero no le queda más remedio pues, la caída del sol y su destino, van irremediablemente unidos.
Ciudad mala, ideal para la venganza del ángel caído, demonio en forma de mujer irresistible que seduce, obsesiona y prepara su trampa, más un gato -que no serpiente-, señal fidedigna de que el diablo está presente, calificada como género de terror es cinta de culto, calculada, dubitativa, dañina y osada, aceptar lo sabido, lo nunca dicho, ese infierno que convive con nosotros a través de ese lado oscuro que todos, con más o menos acierto, ocultamos y llevamos a cuestas.
Sorprendente producción iraní, que se aleja de todo convencionalismo y presuposición, se centra en la atmósfera, en recrear un suculento ambiente, dejando el contenido del romance y su narración a entendimiento de pocas palabras, sin apenas explicación, elegante fantasía que se sale de la norma habitual para exponer el tema de los succionadores de fluidos de la noche, que pecan y se enamoran.
Original, revulsiva -que no repulsiva-, oscura y fresca por su ingenio para combinar lo conocido y dicho, con exclusivo arte, que lo transforma en deleite visual único, hipnotiza tu mirada para que no eches en falta una razón relegada a segundo lugar de importancia, pues aquí se alimenta la vista, que devora con placer todo lo expuesto, se complace al oído con una concienzuda e impactante banda sonora, el resto va de sobra.
Recomendable como alternativa a lo usual, al mal acostumbrado cine repetitivo que no se atreve a innovar, que no quiere arriesgar, Ana Lily Amirpour ofrece un portento imaginativo donde mezcla y enlaza varios géneros artísticos, con la destreza de un fantástico cuento para no dormir, ni volver a soñar con ser el príncipe que rescata y salva a la princesa.
No la descartes por el calificativo de terror, éste es más sentido, intuido y aceptado como parte del equipaje, del romance descubierto, que tinta roja gratuita, aquí densa y aplastante, sólo es esa manía incontrolable de quien se ama y que se admite con todo el lote pues, el resto de ingredientes son de calidad magnífica.
"Una chica vuelve a casa sola de noche", si eres bueno no temas, en caso contrario, ya puedes correr, que de sus afilados incisivos, nadie te librará.
Le doy un 7.