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'Un funeral de muerte': Fotocopia en blanco y negro

Vía El Séptimo Arte por 24 de junio de 2010

De un tiempo a esta parte el concepto de "remake" se ha ido pervirtiendo de forma bastante notable. No parecía ser más que un mal menor cuando, en tiempos, era tan sólo un recurso esporádico que centraba sus esfuerzos en films con unos cuantos años ya a sus espaldas y a veces un tanto perdidos en la memoria. Sin embargo, ahora que Hollywood padece de un interés sobrehumano por versionar hasta el logotipo de las tazas de café y sus víctimas se cuentan por decenas, podríamos considerarlo como la auténtica pandemia del siglo XXI por encima de cualquier otro producto industrial del estilo a las publicitadas gripes ABC, aunque no necesariamente tan buen negocio como éstas.

La británica 'Un funeral de muerte', divertida película dirigida en 2007 por Frank Oz, quien a pesar de su experiencia tras las cámaras siempre será recordado por dar vida a un tal Yoda en una saga galáctica de cuyo nombre no me acuerdo ahora mismo, estrena ahora una versión norteamericana, tan sólo tres años después y con el agravante para los prejuiciosos de que el título original ya era de por sí angloparlante, y con su propia distribución en Estados Unidos. Estamos en un caso parecido al de '[•REC] / Quarantine', porque además una vez vistas las dos versiones las diferencias son más bien escasas si exceptuamos la evidente y restamos el factor sorpresa, con lo que aportación de novedades al séptimo arte son algo escasas salvo algún que otro chiste de la cosecha propia de Chris Rock. Aunque intrascendente evidentemente, sin embargo y con el escaso nivel de según qué parte de la cartelera se mire, apostar sobre seguro a lo mejor no es tan mala idea.No deja de ser curioso que en el mundo del teatro es más que habitual que constantemente se esté realizando continuas "nuevas versiones" de las mismas obras. Sin embargo, cuando trasladamos esto a una pantalla de cine el horror toma forma y las suspicacias son cuanto menos traicioneras. Quizá sea el soporte, que permite reversionar una y otra vez la misma versión, el propio medio en sí, sujeto a sus propias directrices o a como es visto por la audiencia o, tal vez, a que la calidad de los remakes suela dejar en muchos casos tanto que desear que se evidencian unas intenciones que rayan el límite de la ley. Aquí por suerte no hay efectos especiales que sirvan de excusa y la estructura sigue siendo la misma, el excelente guión de Dean Craig para la cinta original, y que tanto el solvente director Neil LaBute como su variopinto reparto respetan en gran medida.

Este mimético "Funeral" posee los mismos elementos que ya encontramos en el film original, los mismos giros argumentales y en gran medida hasta los mismos gags, incluyendo la presencia de Peter Dinklage repitiendo papel, los cuales están representados con mayor o menos acierto pero con pareja eficacia si obviamos la pérdida del factor sorpresa, principal lastre de esta cinta que, no obstante, mantiene el in crescendo de su potencial cómico mientras que el único cambio sustancial proviene de como el color de la piel condiciona estos elementos, algo que por otro lado da cierta personalidad propia a este remake y ayuda a diferenciarle de su referente, dicotomía que alumbra un concepto subversivo de lo más interesante por cuanto el fondo es aplicable en ambos casos aun siendo diferente el recurso en pantalla, ya esté versado este en la clase social o en el color de la piel. La presencia de un reparto conocido y basado en el quién es quién no ahoga el relato convirtiéndolo en una pelea de gallos, y aunque Chris Rock y Martin Lawrence sobresalen por caché no desvitúan un trabajo que resulta solvente por su generosidad para con el libreto de la historia aunque sea a costa, eso sí, de diluir en parte el aporte de cada uno.

Lo uno no quita lo otro, y aun partiendo de la base de lo innecesario de su realización este 'Funeral' puede ser tan entretenido y eficaz como su modelo a seguir. Depende de los prejuicios de cada cual y lo fresco que se pueda tener en el recuerdo el trabajo de Frank Oz, pero para la ocasión se permite tomarse como licencia el "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". Y es que es básicamente lo mismo aun sin serlo del todo, pero casi, de ahí que sea fácil sumarse a la lista de los detractores obviando que, como leal representación formal y deudora, su ligereza mantiene al alza una constante distracción durante sus 90 minutos; y de paso unas cuantas risas. Podría haber sido peor...

Nota: 6.5

por Juan Pairet Iglesias

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