Es este calor...
este maldito calor, que lo impregna todo de sudor. La frente, las extremidades, el tórax, el cerebro... incluso las paredes. Todo apesta; todo está pegajoso... y no hay nada que pueda hacerse al respecto. Es insoportable.
Es como si la única salida racional a tal calvario fuera liarse a tiros con el mundo entero, o en su defecto, coger un buen cargamento de C4 y empezar una reacción en cadena que lo mande todo a tomar por saco. Porque el imperio que has ido labrando a lo largo de los últimos años se viene abajo a marchas forzadas, porque tu -despampanante- mujer ya no te mira con deseo... porque tu hija está muerta. Porque la han asesinado, a sangre fría, y nada va a cambiar esto. Porque... porque este calor, este maldito calor no permite pensar en cualquier otra cosa que no sea la fundición irremediable del mundo que te rodea. Pues que así sea, va. Y rápido. Y violento, por favor, que la ocasión y circunstancias bien lo merecen.
Hay muchas razones que pueden explicar el que tantas películas protagonizadas por Nicolas Cage hayan sido concebidas / rodadas en el Sur de Estados Unidos. Exenciones fiscales (podría ser... ejem, ejem), mano de obra barata, legislación permisiva con los excesos hollywoodienses (¿por qué no?), proximidad con alguna de las chozas de río que todavía conserva en propiedad... pero por encima de cualquiera de éstas, está el calor. Ese maldito calor y su sudor, que proporcionan
un agarre inquebrantable a cualquier peluquín que tenga el honor de posarse sobre la legendaria calvicie de Mr. Cage. Ese maldito calor y la psicosis que lleva consigo, inmejorables catalizadores del actor más psicótico de todos. Somos malas personas, esto nadie lo discute, y a estas alturas si vamos a ver una peli de ''Nic'' es porque sabemos que el tipo va a estallar a la más mínima y primerísima ocasión que se le plantee.
Tocarle los santos cojones (para ver qué pasa... aunque ya sepamos qué pasará) se ha convertido con todo merecimiento en uno de los pasatiempos preferidos de la comunidad cinéfila. El resultado es siempre desternillante. Nunca falla.
De lo que se trata es pues de tensar la cuerda; de hinchar la vena hasta que explote. A partir de ahí, balbuceos desquiciados, tartamudeos nerviosos, gritos desternillantemente desgarradores... además de otras
rabietas que no hacen más que ensalzar (más si cabe) el mito. Con el calor sureño en la ecuación, todo se dilata. La cuerda, la vena de la sien y, por supuesto, los cataplines. Lo mismo sucede con la intensidad de la pataleta. La secuencia completa, repetida hasta la saciedad, es la siguiente:
el mundo putea a Nicolas, y Nicolas, que se muere de calor, putea al mundo por triplicado. Reacción muy humana, cabe añadir, porque al sagrado derecho de la venganza se le suma un exceso de Celsius, Fahrenheit o Kelvin (al gusto del consumidor) que le añaden todavía más gravedad al asunto. Cosas del viejo y decadente ambiente sureño... solo que en estos tiempos tan indecentes,
el panorama únicamente permite que nos bañemos en las aguas fecales de la residencia de Tennessee Williams. Y no más menciones. Qué asco.
Tanto tiempo lleva Nicolas Cage navegando estos cauces que
ha acabado convirtiéndose en lo que el destino se había empeñado en marcarle: un chiste grosero. Una broma de dudoso gusto que no obstante se resiste a perder la gracia. Somos terribles personas, sí, pero afortunadamente en este mundo todavía hay lugar para la bondad humana. Por lo visto, todavía queda un hueco para aquellos dispuestos a no ceder ante la risa fácil y cruel. ''Nuestro'' Paco Cabezas, quien venía de cachondearse del mundo del hampa en la muy recomendable 'Carne de Neón' (antecedida ésta por la arriesgadísima e igualmente estimable 'Aparecidos'),
emigra a los Estados Unidos (por gusto y necesidad) y se la juega en su apuesta por
dotar de algo de dignidad a este chiste tan cruelmente desnudado. Sí, en la poco más de hora y media que va a durar la función, podrán rescatarse dos o tres momentos estelares que ayudarán a ensanchar la deliciosa compilación de
''Nicolas Cage Losing His Shit'' (youtubeen y prosigan con las carcajadas, so monstruos), pero aparte de estas licencias que suenan más a requisitos sine qua non que a cualquier otra cosa, se impone un seriedad (toda la que permite la ocasión) que paradójicamente deja al producto en cueros.
Porque sin la ración habitual de bufonerías de la marca Cage,
reina algo cercano a la calma, y al lado de ésta, las carencias quedan más expuestas. 'Tokarev', rodada en Alabama es, sobre el papel, la desgarradora historia del pasado llamando inmisericorde y violentamente a la puerta. A la hora de verdad, es un thriller de venganzas mafiosas al que
le cuesta horrores no ahogarse en su naturaleza tarde-dominguera. Incapaz de explotar del todo (para su propio beneficio, se entiende) su mala leche, Cabezas se ve avocado a tirar de una casquería que funciona pero sólo mientras el cañón de su ''Tokarev'' se mantiene caliente, lo cual, a pesar de las elevadas temperaturas sureñas, no dura demasiado. Y es que a pesar del entorno,
se impone con demasiada facilidad un enfriamiento muy propicio al bostezo. Así, los tocamientos a las partes nobles de Nicolas, que no se llevan a cabo buscando comicidad alguna, sino con ánimos dramáticos (incluso con resonancias de -sucia- tragedia griega), no aportan sino la engorrosa sensación de que
los huevos sobados son en realidad los nuestros. Porque las concesiones ''badass'' no cunden como debieran, porque
el desarrollo de la historia, que aburre, no calibra nada bien un impacto emocional que se queda igualmente en chiste... porque somos mala gente, cierto, y la entrepierna de Nic no está lo suficientemente inflada.
Nota:
4 / 10
por Víctor Esquirol Molinas