No existe el crimen perfecto. Al final, siempre se acaba pillando al malo. Pero lo que hace interesante a una película es que el espectador no sepa quién es el asesino hasta el final. De eso peca “Silencio en la nieve”, de ponerle al espectador las evidencias en la cara mucho antes de que acabe el filme. La historia empieza muy bien y es interesante, pero en cuanto descubres al asesino, comienza a perder fuelle. El sargento Espinosa (Carmelo Gómez) y el soldado Arturo Andrade (Juan Diego Botto) pertenecen a un batallón de la División Azul enviada a Rusia en 1943. En una expedición encuentran el cuerpo de un soldado español asesinado, congelado y sumergido en el hielo con una inscripción: “Mira que te mira Dios”. Ese es el comienzo de la investigación que el sargento Espinosa y el soldado Andrade, exinspector de la policía, tendrán que resolver.Como he dicho antes, el comienzo de la historia pinta muy bien. Gerardo Herrero, el director de la película, aunque es más conocido por su faceta de productor, siempre se suele rodear de buenos actores y sabe dirigirlos, controlar los gestos, movimientos, etc… Digamos que intenta que los personajes sean lo más naturales posibles, sin olvidar que sigue siendo ficción. El problema es que el guión y, en este caso la adaptación de la novela “El tiempo de los emperadores extraños” de Ignacio del Valle, falla a la hora de dejar tiempo al espectador para que piense: le da el elemento que quiere mostrar como “sospechoso”, el espectador lo ve, lo analiza y le da tiempo a resolver el caso. Eso no puede suceder porque el resto del metraje comienza a perder interés. Si a eso le añadimos que el final deja tan frío como el escenario nevado de toda la película, tenemos un producto con una corta vida.
Los actores no son el problema. Ellos lo hacen bien, en su línea. Tanto Carmelo Gómez (Secretos del corazón), que interpreta a un sargento rudo y sarcástico, como Juan Diego Botto (Martín (Hache)), que da vida a un exinspector de policía deseoso de encontrar al asesino y hacer justicia. No chirrían sus interpretaciones, pero sí algunas escenas que no son acertadas para la historia que se cuenta. Aunque todo hay que decir, que hay otras escenas tan crueles, que consiguen remover al espectador del asiento. No por lo violentas, si no por el drama emocional que representan. Pero el tándem sale airoso en esta historia. El problema está en que hay historias que no deben ir a la gran pantalla, o sólo llevarlas si se está seguro de mejorar lo presente. Yo no he leído el libro, pero seguramente la novela no deje tan fría como la película.
Las películas que Gerardo Herrero ha realizado como director suelen ser historias humanas, problemas y conflictos reales que afectan a la personalidad del protagonista. “Los aíres difíciles” o “Heroína” son dos ejemplos. Suele aceptar más como productor que como director. Saber manejar la cámara y a los actores, pero no lucha por conseguir una película perfecta o ir más allá. Se suele quedar en lo que hay y sacar adelante el proyecto. Es otra opción. El caso de “Silencio en la nieve” no es distinto a otros. Empieza en ascenso hasta que, a mitad de la película más o menos, descubres cómo será el final. Y se acabó. Fin de la historia, aunque continúe.
Nota:
5.5
Por Rocío Campos