'Just go with it', literalmente 'Sólo tienes que ir con él', o mismamente como se la conocerá por estos lares; tanto su título original como su respectiva traducción oficial parecen toda una declaración de intenciones en referencia a su principal activo, un Adam Sandler que le tiene tomado perfectamente el pulso a lo qué hace y al cómo lo hace, tanto que parece que simplemente se deje llevar de tal manera que "seguirle el rollo" parece la única opción de sacarle partido a lo que viene a ser "una más de Sandler". Porque salvo excepciones que confirmen la regla, a cada cual la suya yo me quedo con 'Zohan. Licencia para peinar' o 'Ejecutivo agresivo', este cómico a ratos simpático en otros es ya en sí mismo una especie de resultado matemático cuya participación en cualquier producción se puede determinar mediante la aplicación de una sencilla fórmula.
En 'Sígueme el rollo' Sandler interpreta una vez más a quien creemos que por reincidencia debe de ser él mismo, un personaje de eterno inmaduro 'cool' con corazoncito apto para todos los públicos; a su lado Jennifer Aniston, quien más o menos viene a hacer lo mismo que viene haciendo desde que Rachel Green hiciera reconocible su rostro en medio mundo. Si a la presencia de ambos haciendo honor a lo que les ha dado la fama le sumamos que la unión de sus nombres en un mismo cartel se justifica con una producción abiertamente reconocida como comedia romántica, el resultado es tan fácilmente deducible como cabía esperar de, lo dicho, la resolución de la fórmula que conforman sus partes.
Las producciones hechas bajo el influjo de Sandler y derivados son, por lo general, tan poca cosa como pretenden ser, producciones sin mucho interés por contribuir a enriquecer la historia del cine ni a intentar arrancarles a los que se hacen llamar críticos como un servidor una nota que colgar en la puerta de la nevera, como si la mayoría de ellas estuvieran hechas con el piloto automático, algo que si me permiten voy adoptar como propio en esta crítica a la que no pienso darle más vueltas de las justas y necesarias. Porque, ¿y quién no ha visto una de Sandler? Las hay mejores y peores sin que ninguna sea realmente buena o mala, siempre hay algún momento inspirado en el que te ríes o alguna frase ingeniosa con la que sonreír, y por lo general uno es capaz de aguantar viéndolas sin que nuestra conciencia se vea atormentada. 'Sígueme el rollo' no es ninguna excepción: no es más que una idea que pronto vive de lo ya visto en infinidad de otras películas cuya falta de pretensiones hacen de la ligereza su mejor baza.
Dennis Dugan vuelve a ejercer como director, que dirigir ya es otra cosa, por séptima vez si no he contado mal y con una octava en camino al que sin duda es su actor fetiche, ese al que me dice un "Angelito" que le tengo envidia... y es que puede que gracia no mucha, pero caer bien me cae bien aquel que parece que se dedica a no ser más que un "niño grande". Porque parece que no hace gran cosa pero ahí está, desde hace un buen número de años entre los primeros de la clase sin que las cifras de sus producciones se resientan, todo un logro para un humorista mantener el beneplácito del público pasados tantos años en la picota. Nada relevante que decir de su puesta en escena, de su banda sonora o de cualquiera de sus departamentos artísticos, técnicos o espirituales. Tampoco añadir nada respecto a lo que, visto lo visto, voy a seguir manteniendo por mi parte como un secreto, pues no he detectado mención alguna en su promoción a cierto personaje secundario con un nombre reconocible que se deja ver durante bastantes minutos. Y llegado a este punto le ponemos punto final a esta parte, y nos encarrilamos a la parte final de esta crítica... tras el espacio. Igualico que el cine de Sandler.
'Sígueme el rollo' ni es la peor ni es la mejor de Sandler, aunque más o menos conjuga en pantalla todos los elementos del cine de Sandler si exceptuamos el cameo de Rob Schneider, al que si no he andado yo despistado no le he visto en pantalla: tal vez chupó ya demasiada cámara en 'Niños grandes', y por eso esta vez el entrenador le ha condenado a "calentar banquillo". Es, como decía, una más de un cómico que de un tiempo a esta parte se ha doblegado a una fórmula que en esta ocasión se viste oficialmente de comedia romántica por más que, en el fondo, no deje de ser como la gran mayoría de las llamadas comedias en las que participa este actor para nada imprescindible pero al que, por lo usual, si le seguimos el rollo, siempre nos saca algún que otro motivo para darle una nueva oportunidad. 'Sígueme el rollo' no es nada del otro mundo, cierto, pero tampoco se pierde nada viéndola. Incluso si somos positivos, de aquellos que nos gusta ver el lado positivo de las cosas, podemos decir que incluso es una buena película en comparación con 'Exposados'... a esa sí que era imposible "seguirle el rollo". Ésta al menos no nos lo corta. Y hay que reconocer que Brooklyn Decker tiene un buen par de...
Nota:
5.5
Por Juan Pairet Iglesias
Comentarios