No se podía saber: Esta cuarta entrega de 'Shrek' es una película realmente floja. Una secuela que no aporta nada, salvo la sobreexplotación de una saga, víctima del éxito franquiciable de la primera a través de un guión muy ramplón, que entretiene lo justo para no cagarse encima y cuyas teóricas "sorpresas", si es que se las puede llamar así, ya se ha encargado su tráiler de reventar.

Incluso a un servidor, al que no le hizo apenas gracia la segunda y la tercera nisiquiera la ha visto, le ha sonado todo a "déjà vu". Porque, por supuesto, 'Shrek, felices para siempre' vive de las rentas pasadas. Recuerden, no aporta nada, con una realización anodina y supeditada a algún que otro chiste suelto que no logra pasar de la sonrisa furtiva; insuficiente para salvar una producción que evidencia el vivido desgaste capitalista de una franquicia, parece que, agotada desde el principio por la falta de rumbo, cariño, ganas e intención.

La única razón de existir de 'Shrek, felices para siempre' es la de un cobrar un buen cheque y exprimir aun más si cabe el recuerdo del primer y notable film. Dependiendo del cariño que le puede tener cada uno puede valer, si bien a estas alturas el pago de una entrada (aún más en 3D) debería exigir un mínimo que vaya más allá de la condescendencia e indulgencia de quien la sufraga.

Así, aún sin esperar gran cosa este "capítulo final" resulta decepcionante, y totalmente prescindible; incluso puede llegar a ser vergonzoso y humillante si tenemos en cuenta el excelente trabajo de su "rival" Pixar con 'Toy Story', cuya tercera entrega se ha convertido este mismo verano en un exquisito ejemplo de cómo no tomar en vano el nombre de una saga y explotar una franquicia.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex