Después de los problemas que encontró a la hora de casarse, Carrie ha sentado definitivamente la cabeza con Big... aunque todavía no parece del todo adaptada a la vida en matrimonio. Pero no es la única que lo está pasando mal: Charlotte descubre que ser madre no es tarea fácil, Miranda tiene que renunciar a su trabajo porque es incompatible con su jefe y Samantha se ve obligada a lidiar con los efectos de la menopausia. Ante tal avalancha de preocupaciones, las amigas deciden reunirse una vez más para organizar un viaje a los Emiratos Árabes Unidos, el mejor lugar del mundo para relajarse.
Carrie (AKA la momia), se rumorea que tiene más de cinco mil años de edad, por eso se mantiene permanentemente activa, por miedo a caer en el sueño eterno. Posee un fuerte poder de atracción hacia los hombres, hecho al que ningún científico ha logrado todavía darle un fundamento racional. Samantha (AKA la ninfómana), su apetito sexual es insaciable; su existencia gira en torno a la caza del próximo pene. Charlotte (AKA la estresada), recientes estudios han demostrado que si sus nervios pudieran transformarse en energía eléctrica, sería capaz de alimentar toda la costa este estadounidense... también la oeste cuando alguien mancha su ropa. Miranda (AKA el bulto) siempre lista para apoyar a sus seres queridos y ser ignorada por ellos... la amiga perfecta.
Dicho de otra manera, y citando a Brian Griffin, vuelven “las tres furcias y su madre”. Hasta aquí la breve guía para los insensatos que decidan iniciarse ahora en el fabuloso mundo de ‘Sexo en Nueva York’. Insensatos por caer en la trampa preparada por el director y guionista Michael Patrick King, que no tiene ni un pelo de tonto. Sus dos películas sobre tan distinguido grupo de damiselas podrán ser horribles -y lo son-, pero tanto en la una como en la otra sobresalen dos virtudes: inteligencia y lealtad. Hablamos de la inteligencia del buen exprimidor, porque tiene mucho mérito seguirle sacando jugo a una idea que lleva largo tiempo obsoleta, y que basaba su encanto -porque en su momento lo tuvo- en romper diversos tabúes desde la pequeña pantalla a base de situaciones picantillas. Fin.
A partir de aquí, y una vez superados los prejuicios del siglo pasado, poco más tenía que ofrecer la serie. Sólo el saber qué sería de las vidas de las protagonistas. Estamos pues en el oscuro reino del marujeo, en el que la primicia del año puede ser perfectamente el cambio de look de la vedette de turno. Esto nos lleva a la segunda virtud de ‘Sexo en Nueva York 2’: la lealtad. Una fidelidad extrema a los valores que han marcado la franquicia (todavía auspiciada por el sello HBO... esto es vergüenza ajena y lo demás son tonterías) en sus últimas apariciones. El Sr. Patrick King no engaña a nadie... y quien ose acercarse a ver este desfile que oscila entre lo chic y lo freak, ya sabe a lo que va. Va a ver las dos horas y media más largas de los últimos años; va a ver uno de los espectáculos más odiosos que se puedan concebir.
Una de las paradojas más célebres de la administración Bush Jr. consistía en que no había ninguna otra cosa en el mundo que alimentara tanto el antiamericanismo como un buen discurso... del propio Presidente. Algo similar puede decirse de este filme y el mundo con el que nos pretende deslumbrar. En otras palabras, después de ver tamaño despropósito, se me hace difícil pensar en una justificación mejor de los postulados marxistas. Y ya que la cosa va de series televisivas, olvídense de aquella cúspide de la civilización que supone la década de los sesenta retratada por la excelente ‘Mad Men’. Allí el lujo está gobernado por mentes retrógradas y misóginas, pero a la vez brillantes y fascinantes. Los hombres detrás de la cortina -de humo- realmente son merecedores de esta posición privilegiada.
Volviendo a la cruda realidad, ¿saben las rentas de 100.000 euros a las que quieren gravar todavía más ciertas autonomías? Pues los que poseen esta cantidad de dinero no son nadie al lado de la troupe de divas neoyorquinas. Aviones con suites y con coctelerías, apartamentos modestos con un armario (lleno a rebosar de complementos carísimos, obviamente) en el que podrían vivir varias familias, pantallas de plasma por doquier, etc. Todo se dispara cuando llegamos a Abu Dhabi, “el nuevo Oriente Próximo”; la madre de todas las conquistas del capitalismo más despilfarrador. Una limusina para cada amiga, servicio de esclavos durante las veinticuatro horas del día, piscinas salidas de la nada y una población autóctona dispuesta a deleitar a los visitantes con sus troglodíticas costumbres (aviso para las turistas de clase business: eviten la tentación de arrojarles comida, podrían ofenderse). ¿De dónde sale el dinero para pagar todo esto? No sabe, no contesta. ¿Con qué derecho se ha ganado esta gentuza el paraíso terrenal? Pasapalabra.
Sé que estas reflexiones están algo fuera de lugar en una comedia de corte tan ligero, pero no tanto como la incomprensible idea de poner a Sarah Jessica Parker al frente de un monumento tan desvergonzado a la belleza exterior (seguimos con el hilo de las paradojas). Hay que entender que estos desvaríos no son más que un intento desesperado para tratar de mantener el cerebro activo antes que rendirse a la tortura en forma de diarrea mental de Carrie y compañía. Así que quien busque en ‘Sexo en Nueva York 2’ algo que no sean problemas irrisorios, humor snob rancio y egocentrismo desmesurado, debe saber que ha cometido un gravísimo error a la hora de elegir destino.
Nota:
2 / 10
por Víctor Esquirol Molinas
Ni para eso, salvo que las actrices te pongan (MILF). Por lo que se ve, a repor no le ponen mucho
Entonces la peli no es tan mala no?los cámaras hicieron buen trabajo...