'Pánico en la granja' - Pánico a la pantalla
En el campo de la animación la herramienta escogida para plasmar sobre la pantalla cualquier historia contribuye de manera notable a la personalidad de cada largometraje; es más, en muchos casos un proyecto de larga duración acaba resumido, justificado y/o consumido, según se mire, en y/o por su técnica, especialmente en aquellos casos en los que un guión quizá no endeble pero sí inferior a su apariencia visual no logre (o no pretenda) extraer del artificio una producción que también pueda ser vista como película... 'Pánico en la granja' es un buen ejemplo de ello, una producción cuya técnica no sirve para narrar una historia que pueda dar lugar a una película... sino que la técnica es la que da forma a su historia para que esta pueda pasar por ser una producción. Ese es su don, esa es su maldición... y ahí es donde reside su gracia, que alguna tiene aunque no serán muchos los que se la encuentren.
Sólo la desbordante imaginación de un niño puede conseguir que un indio y un vaquero pretendan regalarle una barbacoa a un caballo que toca el piano. Dos directores belgas llenos de fantasía deciden dotar de vida a los soldaditos de plástico de su infancia y convertirlos en protagonistas de una trepidante aventura a través de la tundra y de las profundidades submarinas hasta llegar al mismísimo centro de la tierra. Esta es la sinopsis oficial de 'Pánico en la granja', y lo cierto es que nos sirve perfectamente para presentar un filme complicado de presentar en pocas palabras si se pretende que pueda sonar... más o menos bien. Otra variante alternativa que podríamos utilizar es que 'Pánico en la granja' es algo así como un 'Toy Story' realizado con medios caseros y como si de un juego se tratase por niños de entre cinco, seis o siete años... como concepto al menos nos vale, como nos puede valer decir que esta producción comparte con "la famosa película de los cacahuetes" un mismo espíritu emprendedor plenamente desprejuiciado... ¡olé tus huevos!
Si una imagen vale más que mil palabras... no tenéis más que acceder mismamente a YouTube, teclear en su sitio correspondiente "Panique au Village", título original de esta granja que más que granja es un pueblecito ito ito, y darle al botón de buscar. Entre los resultados encontraréis alguno de los cortometrajes que integran la irreverente serie original creada por los belgas Vincent Patar y Stéphane Aubier de la que este filme no es sino una fiel traslación a lo que podríamos considerar como un largometraje... si no asumimos como propio el reparo a considerar como película lo que no es más que una potencial broma de poco más de 60 minutos. Alocada, exagerada, caótica, anárquica, imprevisible, surrealista... en una palabra: brillantemente inclasificable, y no porque sea necesariamente brillante... sino porque resulta principalmente inclasificable, y de verdad, de esas producciones a las que insertar en una escueta definición resulta complicado no, lo siguiente. ¿Estúpidamente inteligente o inteligentemente estúpida?, pregunta que siempre nos gusta hacernos a las imitaciones de gafapastas cuando algo tan peculiar insinúa ocultar bajo su estupidez aparente una elaborada inteligencia oculta. Demasiado estúpida para ser inteligente... demasiado inteligente para ser estúpida... demasiado para serlo... pero lo es, e incluso ambas cosas a la vez.
Sea lo que fuere los algo más de 60 minutos que dura resultan ridículamente hipnóticos, desconcertantes, hilarantes o vergonzosos, táchese lo que proceda según el caso, la edad y la moral ante un filme que sirve para todas las edades, razas y religiones, pues nadie ha de buscar una mayor dosis de mala leche que la que podamos encontrar en los Looney Tunes ni mucho menos una especie de variante francófona de los ya cansinos monigotes de South Park. Una joya para algunos, una mierda para otros... y un gran WTF para una inmensa mayoría que no tendrán muy claro como procede reaccionar, si reír o llorar, y eso de entre los que sean capaces de asimilar una obra que se sirve del mayor de los absurdos para elaborar una de las mayores loas al absurdo que el celuloide ha tenido el gusto de impresionar alguna vez. Uno se imagina a la mayoría de público potencial reaccionando como si fuera Dora la Exploradora, o algo parecido... y nada más lejos de la realidad. 'Pánico en la granja' no sólo es inclasificable... también es mayormente incomparable. Ese es su don, esa es su maldición... ese es el riesgo, y esa puede ser la bendición... yo desde luego no tengo claro aun si aplaudir o no. Y quizá por eso es por lo que merece la pena probar suerte, aunque sea porque es, simplemente, diferente, distinta... ¿única?
Nota: 6.5Por Juan Pairet Iglesias