Agobiado por su trabajo de compositor musical para anuncios televisivos, Harvey Shine ve su inminente viaje a Londres como un auténtico oasis en medio del desierto. No en vano, el desplazamiento lo hace para asistir a la boda de su hija. Pero una vez llegado a las islas británicas, el protagonista comprobará que no todo va a salir como él había planeado. La relación con su exmujer sigue estando es un punto muy tenso, y su hija no parece apreciar del todo su presencia en el casamiento. No obstante, Harvey descubrirá también que el amor no entiende de edades.
Ocho años han pasado ya desde que el director y guionista Joel Hopkins se diera a conocer con su cinta ‘Jump Tomorrow’. En ella, Natalia Verbeke robaba el corazón de un joven nigeriano que estaba apunto de contraer matrimonio. Al igual que con ‘Nunca es tarde para enamorarse’ (horrible traducción de ‘Last Chance Harvey’), los protagonistas se conocían fortuitamente en un aeropuerto, síntoma inequívoco de un mundo donde la globalización es un hecho más que palpable. Las tendencias interculturales del director vuelven a marcar pues las líneas generales del filme.
Otro aspecto que hay que constatar es la edad media de los amantes. Al tratarse ahora de dos auténticos veteranos (Dustin Hoffman y Emma Thompson), el salto generacional entre ambas obras salta a la vista. Un dato que puede extrapolarse a la hora de comparar los dos largometrajes de Joel Hopkins. Y es que puede que en su segundo trabajo se haya perdido algo de frescura, pero sin duda se ha ganado consistencia. En este aspecto son casi inevitables las comparaciones con aquella joya de Richard Linklater titulada ‘Antes del amanecer’. Salvando las diferencias, el planteamiento de aquel magnífico recorrido vienés tiene mucho que ver con el que se nos propone ahora. Esto es, una película que avanza a través de un agradable intercambio dialogado de opiniones, sentimientos, sensaciones...
Unos diálogos que no son sólo mérito del guión que firma Hopkins, sino también de los intérpretes que le dan forma. Aunque estén lejos de su mejor nivel, la verdad es que es un lujo ver a dos actorazos como estos compartir pantalla. Al igual que la película en general, los intérpretes no llegan a deslumbrar, pero sí que desbordan naturalidad y parecen haberle tomado la medida justa a sus intervenciones: Hoffman como peluche mimosín, patoso y despeinado y Thompson como la encantadora e insegura encuestadora en busca del amor de su vida, en lo que podría ser una continuación de aquel entrañable y divertido personaje que encarnó en ‘Los amigos de Peter’.
Por su parte, Joel Hopkins parece que también ha madurado en sus labores detrás de la cámara. Suyo es el mérito de crear un ambiente nada empalagosos y que no renuncia ni a lo moderno ni a lo elegante. A destacar la elección tanto de los exteriores -ofreciendo interesantes panorámicas de la capital inglesa- como de los interiores, que al igual que en ‘Jump Tomorrow’, hacen gala de un diseño muy atractivo. Con todo ello tenemos una cinta que no va a buscar nunca de forma directa la carcajada o la lágrima del público. Más bien persigue -y consigue- el noble objetivo que, durante hora y media, nos olvidemos de cualquier preocupación que nos ronde la cabeza.
por reporter