Ni chicha ni limoná. Esto es lo que ofrece el debut en la dirección del hasta ahora guionista eminentemente televisivo Oriol Capel, una producción totalmente fallida que quizá no por casualidad parece más un (flojo) episodio de 'Aida' o 'Siete vidas' que una película, y donde sus livianas intenciones chocan de frente con su aséptica y apática realización. Y es una lástima porque no será ni por la falta de posibilidades que ofrece su planteamiento o el potencial de su reparto, pero entre otras cosas Capel deja que sus raíces televisivas y su inexperiencia lastren sobremanera el desarrollo de una historia que ya sobre el papel se presenta igual de impotente que sobra la pantalla a la hora de evitar que el espectador no caiga en la más dolorosa (e inclemente) de las desidias.
A la producción le falta gracia para ser una comedia y seriedad para ser un drama, pero sobre todo maña para que ambas cosas puedan cohabitar en planos consecutivos sin que la mezcla no chirríe a cada nuevo fotograma. Porque aunque empieza como una comedia y aparente ser no más que una jovial propuesta para pasar el rato -a pesar de que tampoco resulta muy creíble como tal-, pasados ya unos cuantos minutos se arriesga a dar un salto para ser algo más que una excusa para la risa, de una forma un tanto chabacana no obstante, y llegando a un punto donde uno se plantea si algo tiene gracia o no, donde no sabe si debe reírse o llorar o siquiera s¡ la cosa va en serio, tornando el relato a esa parte racional del espectador que sopesa en vez de dejarse llevar facilitando que ese lenguaje televisivo que tan eficiente puede resultar en la pequeña pantalla se desmorone ante las exigencias que trae consigo la responsabilidad de ser visto en la gran pantalla. El que mucho abarca poco aprieta, como bien recoge el rico idioma al que tanto lustre le saco Cervantes con su Quijote, y al final Capel fuerza en demasía para que la sencillez de la propuesta se le complique hasta provocar el colapso de una producción sin oficio ni beneficio que desfallece en tierra de nadie, en el mejor de los casos, y ante la indiferencia de un espectador al que se le pide demasiada complacencia. Esta especie de versión castiza (y porno) de ese Robert K. Bowfinger al que diera vida un más ingenioso y simpático Steve Martin palidece engullida por su propia incapacidad para ser siquiera la sombra de lo que pretende ser, un híbrido tragicómico tan divertido como emotivo que apenas sí alcanza para ser el símbolo de la suma que debiera haber fundido ambas opciones en una sola. Se hace evidente la raíz televisiva de muchos de los integrantes de un proyecto que tendría mayor validez dividido en varios episodios de cara a una pequeña pantalla donde prima la efectividad por encima de cualquier otro valor dramático, y donde las risas (enlatadas) pueden validar cualquier despiste de guión, ya sea este un desliz involuntario o una pretendida errata en favor de la causa.
Las formas y maneras que luce 'No lo llames amor... llámalo X' son muy poco cinematográficas, carece del ritmo o la estructura narrativa que se le presupone al celuloide y le falta esa garra dramática que demanda el pago de una entrada de cine. No hablemos ya ni de su esperpéntica banda sonora ni de los más bien poco cuidados aspectos técnicos, donde lo único destacable es el torso desnudo de cintura para arriba de Kira Miro, si es que a eso lo podemos considerar parte del diseño de producción y sin entrar en más detalles que puedan incurrir en la falta de respeto (y profesionalidad). No es que sea una producción televisiva propiamente dicho, sino que es una producción cinematográfica que está hecha con unos valores tan excesivamente televisivos que no acaba de cuajar dentro de un marco tan grande como el de la pantalla de un cine. Esa es la cuestión, y el medio cuenta como parte esencial del lenguaje a emplear. Además, y por si el género de la comedia no fuera ya de por sí difícil, más aún lo es si lo que pretendes es que la llamada parte cómica dé cobijo a un relleno dramático que sea algo más que la clásica excusa narrativa que sirva de sostén a los chistes como por ejemplo ocurre con su "rival" del fin de semana, 'Carta blanca', una apuesta que deja el drama para una mejor ocasión en favor de lo que debiera ser siempre el principal argumento de toda comedia que quiero serlo: El humor.
'No lo llames amor... llámalo X' simula ser una comedia coral que, lejos de la maestría de Berlanga o, por no ponérselo tan difícil de la efectividad para con los grupos de Todd Phillips, termina por centrarse en tres historias de amor de una forma un tanto torpe, forzada y a matacaballo, tanto que la pretendida excusa argumental termina por ahogar a la comedia en busca de una emotividad tan simple y amojamada como el fundamento de una película porno. Y eso validando la parte de comedia como efectiva, algo que su humor de ingenio bajo y más propio de -lo diré una vez más- la televisión no logra ofreciendo unos datos muy decepcionantes en la relación entre chistes y risas, relación que nos tienta con más de una mirada furtiva al reloj con la esperanza de que el fin esté próximo y a la que sólo Javier Gutiérrez o Julián López parecen predispuestos o capaces de echarle una mano (y salvarle la cara) mientras que a unos apáticos Paco León, Kira Miro, Ana Polvorosa o Mariano Peña no parece que les importe mucho el devenir de una producción condenada al olvido por sus errores.
Un pobre guión que no sabe focalizar el interés ni permitirle a los actores algo más que un concepto para defender como personajes, una realización que no sabe dar vida a un relato que se le muere entre las manos, y donde la sucesión de escenas dan cierta sensación de un libre albedrío encadenado a la buena de Dios. La sucesión de sketches hilvanados a través del contexto del rodaje de una porno carecen de la solidez necesaria para formar juntos una verdadera producción cinematográfica, que no así tal vez lo que podríamos considerar como ¿una producción de estudio? Esto último tal vez sea lo mejor que podamos decir de producciones como esta 'No lo llames amor... llámalo X' o '¿Para qué sirve un oso?', ambas ejerciendo como si fueran producciones netamente comerciales y al reflejo de Hollywood con denominación de origen made in Spain. Eso no quita ni mucho menos para un pobre bagaje a su favor y toda una decepción, pero algo es algo para una producción cuyo título ya lo dice bien claro... llámala x.
Nota:
3.5
Por Juan Pairet Iglesias
lo mejor... las peras de la miró?
bueno, tampoco esta tan mal...
las peras, quiero decir
cuando este en dvd/ripeo ya sabemos
play/ffw/pause/stop/open/otra peli
Un 3.