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'Nausicaä del valle del viento': Hayao Begins

Vía El Séptimo Arte por 06 de mayo de 2010

Mil años después de una guerra devastadora que casi conllevó la desaparición de la raza humana, la Tierra ha quedado como un sitio casi inhabitable. Bosques que expelen hongos venenosos e insectos de medidas colosales son ahora el pan de cada día, lo cual no ha hecho más que convertir la lucha por la supervivencia en algo también cotidiano. En este entorno, el pequeño reino del Valle del Viento vive pacíficamente, tratando siempre de mantener una relación respetuosa con la naturaleza. La paz de este pueblo se verá puesta en peligro el día en que la princesa Kushana, al mando del ejército de Tolmekia, invada su territorio con la intención de despertar a un ancestral Dios de la guerra.

Existe un miedo terrible entre los amantes del mejor cine de animación. La culpa hay que atribuirla al maestro Hayao Miyazaki, que largo tiempo lleva amenazándonos con su retirada definitiva de la realización de largometrajes. Eso hace que cada estreno suyo se deguste al igual que se hace con el último partido de la temporada, o el último habano de la caja: saboreando al máximo cada momento, pero con esa angustia inherente del que se siente casi obligado a atesorar esos pequeños grandes instantes, porque en el fondo teme que no vaya a haber más. Para poner solución a esta estresante situación (y porque nunca es tarde para descubrir la obra de los genios) el marketing sale al rescate, llevando a las salas de cine de nuestro país ‘Nausicaä del valle del viento’... transcurrido un cuarto de siglo desde su estreno oficial.

Más vale tarde que nunca. Y más aún cuando hablamos de un título tan clave no sólo dentro del mundillo de los dibujos animados... sino directamente en la historia del cine en términos generales. Razones no le faltan para optar a tantos honores. ¿O es que acaso ser la película fundacional de los míticos estudios Ghibli (que todavía a día de hoy siguen siendo uno de los sellos de calidad más fiables) no es razón suficiente para colarse en los anales del séptimo arte? ¿O es que acaso ser verdaderamente la primera cinta de uno de los mayores -por no decir directamente el mejor- genios de la animación de todos los tiempos no es razón suficiente para entrar por la puerta grande del Olimpo del celuloide?

Si bien es cierto que el currículum dice que el primer largometraje de Hayao Miyazaki es ‘El castillo de Cagliostro’, que fecha de 1979, no es hasta cinco años después que el mundo conocería el verdadero potencial del maestro japonés. Echando un rápido vistazo a las fichas artísticas, con ‘Nausicaä del valle del viento’ el cineasta de Tokio por fin firma a solas sus guiones, sin las ataduras de tener que obedecer a los objetivos marcados por las joint ventures en las que había participado hasta entonces. Dicho de otra manera, obedeciendo solamente a su fecunda creatividad. También se alía con el gran compositor Joe Hisaishi (un fijo en los proyectos de otra vaca sagrada, Takeshi Kitano). Pero esto tan solo es el caldo de cultivo; la punta del iceberg.

Lo que realmente hay que rescatar de ‘Nausicaä del valle del viento’ (pues no hay que olvidar que ni de lejos es la mejor obra dentro de la admirable filmografía de su autor) es que, echando la vista atrás, supone una prematurísima declaración de intenciones. En efecto, más de dos décadas han pasado desde este hito de la animación, y uno se da cuenta de que Miyazaki se ha mantenido siempre fiel a sus principios. En esta visión post-apocalíptica del mundo ya van a colocarse los pilares que desde el principio formarán parte de una de las carreras artísticas más prodigiosas de todos los tiempos. Hablamos de un discurso inquebrantable que en el contenido se fundamenta en el ecologismo, la fantasía, el anti-belicismo y el feminismo, y en el apartado técnico en su inconfundible y exquisito gusto por el detalle, y en su incuestionable control absoluto del tempo narrativo.

Hay que puntualizar que, para mayor gloria, se trata de un ecologismo casi poético, que no cae en las tan frecuentes papanatadas de los defensores de la Madre Naturaleza. Se trata de crear universos fantásticos que aparte de ser auténticos caramelos para los ojos, suponen también un modo de ver y comprender el mundo que nos rodea. Se trata de un repudio a la guerra que en más de una ocasión salta a la vista que está secundado por las vivencias del propio director. Se trata de un feminismo auténtico, que se manifiesta en el hecho de dar un rol fundamental a las mujeres (sin importar el bando en el que encuentren, claro síntoma de su rechazo a los planteamientos maniqueos) en la mayoría de sus películas. Se trata de una perfección en el trazo -aquí en un estado algo embrionario- que permanece en la retina, y que en tiempos de revolución pixelada, constituye la mejor defensa imaginable para la “vieja escuela”.

Todos estos elementos están en la inaugural ‘Nausicaä del valle del viento’, una película llena de vida, aleccionadora y evasiva a partes iguales, que no da tregua a lo largo de sus dos horas de duración. Una película digerible/disfrutable para todos los públicos, lo cual la convierte en un entretenimiento modélico. Pero sobretodo nos quedará la obligación casi moral de mirar siempre con nostalgia hacia aquel valle asediado por ejércitos, bosques tóxicos e insectos gigantes. Al fin y al cabo la perspectiva histórica nos dice que fue allí donde empezó todo. Fue allí donde se gestó un universo tan rico que a lo largo de veinticinco años ha ido reinventándose, aportando nuevas variaciones, auto-nutriéndose, mutando... pero nunca ha dejado de maravillar a las distintas generaciones que han tenido el privilegio de descubrirlo. Fue allí donde empezó a forjarse una de las últimas leyendas del séptimo arte.

Nota: 7,5 / 10

por Víctor Esquirol Molinas

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