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'Gran Torino': Otro producto bien logrado de Eastwood

Vía El Séptimo Arte por 05 de marzo de 2009

Clint Eastwood lo ha vuelto a hacer. Su gran filmografía como actor, sólo puede ser comparada por su gran obra como director y esta cinta es el claro ejemplo de ello. Si alguien sabe dirigir a Eastwood sin caer en narcisimo es Eastwood. Un hombre en una empresa por instalar el orden no podría contarse de una manera tan profunda y personal como lo hace esta cinta. Walt Kowalski es un hombre viejo y cansado. Cuando su esposa muere, empieza a tener contacto con el mundo exterior que era ajeno a él. Es así como comienza a descubrir un Detroit que no es en el que él vivió. Lleno de inmigrantes, de pandillas, sin autoridad y sobre todo sin ley.

Kowlaski representa a los Estados Unidos que alguna vez fueron una nación basada en sueños y promesas por las que Kowlaski luchó, y que ahora han quedado enterradas ante la ola de inmigración y el desinterés de la nueva generación. No es casualidad que las bandas sean grupos étnicos bien definidos (latinos, asiáticos, negros) que utilizan las calles como centros de batalla. Mientras tanto los hijos de quienes forjaron esa nación miran para otro lado, desdeñando el país que han heredado y permitiendo de manera egoísta que se consuma mientras ellos estén bien. Pero Eastwood no solapa la situación, la critica de dura manera. Demuestra una y otra vez la doble moral americana que acepta inmigrantes pero los rechaza, que ama más al dinero que a las personas y a una juventud que sólo le interesa ella misma.

Pero desde la perspectiva de Eastwood no todo está perdido pues él encuentra en sus vecinos (inmigrantes por supuesto) esa esperanza de que hay personas que aún quieren luchar por el sueño americano. En especial, esa esperanza de superación y oportunidad, se ven reflejadas en Thao Vang Lor (Bee Vang) a quien Kowlaski rescata y trata de poner en el buen camino.

El ritmo de la película es magistral, pues mientras se hace toda esta crítica, podemos ver a un Eastwood que se comporta de acuerdo a su edad, como un viejo cascarrabias, terco, huraño, racista y cínico. Estas características las usa a su favor para darnos comentarios sarcásticos y situaciones, que a pesar de su profundo significado, son un deleite por su aparición en el momento justo para sacarnos una sonrisa.

Tal vez lo que se le puede recriminar a la cinta es que no está escrita con un aire internacional, sino es un filme de y para la comunidad americana. Por lo mismo, los temas y los valores reflejados (así como las situaciones raciales) son típicos de esta gente. El espectador que desconozca este trabajo tan íntimo podría encontrar incongruencias en el modo de actuar de los personajes. Y es que como el nombre de la película lo indica el Gran Torino (auto de la Ford) se alza como esa nostalgia por la industria automotriz americana que vivió su época dorada hace tiempo al igual que Kowlaski.

"Gran Torino" es otro producto bien logrado de Eastwood. Más como estos.

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