Algunos ya le consideran el Woody Allen de la ciencia ficción, otros, entre los que se incluye un servidor, el Tarantino del cine español, pero para la mayoría de la gente el nombre de Nacho Vigalondo a lo máximo que les sonará es a presentador de telediario. A pesar de tener una nominación al Óscar bajo el brazo y una ópera prima digna de todo tipo de elogios (los yankis ya preparan su versión), el director cántabro regresa a la gran pantalla dispuesto a irrumpir de lleno en el mercado comercial del cine español… ¿será ésta su ocasión? Quizás, el objetivo de Vigalondo no sea ese, o quizás ésta cinta sea sólo un pequeño “desvío” en el camino hacia sus proyectos más “serios” cómo Windows o Supercrooks (colaboración conjunta con el autor de ‘Kick Ass’) fruto de la necesidad de regalar al público algo con lo que disfrutar la espera tras 4 largos años en la retaguardia haciéndose notar en las redes sociales. El hecho, es, que sea lo que sea, le ha salido bien.Planteada en un primer momento cómo una ‘road movie’ donde España estaba colapsada por los ovnis en el cielo, el presupuesto obligó a empequeñecerla hasta lo que finalmente es, pero… ¿qué es exactamente? La primera cosa a tener en cuenta a la hora de enfrentarse a esta película es su género, pues muchos pueden planteársela cómo una alocada comedia de situaciones (que lo es) o una cinta de ciencia ficción extraterrestre (que en cierta manera también lo es), pero Vigalondo sabe lo que pide el respetable, y está claro que los aliens ya no le importan a nadie, entrando en escena el factor sorpresa…
Y es que lo que quizás pocos esperan de ella, es que nos ofrezca una tierna historia de amor en un marco de “caos” y de indiferencia. Vigalondo se centra en ésta premisa para construir alrededor de 4 personajes genialmente elaborados una película que va mucho más allá de lo que aparenta, partiendo de la excusa de la invasión extraterrestre, convirtiendo a ésta en un mero escenario sin importancia para comprobar la evolución de éstos y analizar las relaciones humanas, pesando sobre sus personajes con valores cómo la culpa ó la responsabilidad, y huyendo, aunque no lo parezca, de tópicos de todo tipo. Pero el problema de esto llega en un punto en el que uno no es capaz de discernir si lo que estás viendo es en serio o hay que seguir tomándoselo de coña, pues la presencia de Carlos Areces y Raúl Cimas malacostumbran al espectador a la carcajada, logrando que cuando la historia prescinde de ellos, el ritmo se desinfle, perdiendo, en parte, el interés de unas situaciones que piden a gritos la aparición de estos en un romance cuya pareja carece de química y en ocasiones de credibilidad (Michelle Jenner y Julián Villagrán podrían haber dado mucho más de sí).
La naturalidad de Areces y Cimas cómo comediógrafos, dotan a sus compañeros de reparto del contraste necesario para construir una comedia dónde el humor fino y grueso comparten protagonismo, regalándonos en alguna ocasión detalles tan descacharrantes cómo la presencia de un genial Miguel Noguera (se podría decir que se autoparodia), logrando que uno se olvide completamente del marco de la situación, dejándose llevar por las risas e incluso la emotividad de lo que acontece. Quizás algunos le podrán echar en cara que sea una película un tanto predecible, o quizás que parezca un capítulo largo de ‘Muchachada Nui’, pero lo que nadie le puede reprochar al director cántabro es la arriesgada propuesta que realiza, cambiando drásticamente el género de su anterior cinta, pasando del thriller a la comedia, pero siempre dotando del espíritu que le caracteriza, logrando una propuesta sólida, sencilla en la forma pero compleja en el fondo, que a pesar de que cinematográficamente no alcanza la calidad de aquella obra, el talento del director y su propio guión la convierten en otro gran peldaño en la carrera de éste, el cual ya va viendo cómo sus planes de futuro se le tienden en alfombra roja. Nada que no merezca.
‘Extraterreste’ es una cinta que no necesita de grandes efectos especiales, ni de un gran despliegue de medios millonarios para lograr su cometido, el de hacer reir al espectador menos comprometido, y contentar al que busque algo más profundo, pues a pesar de sus fallos, su polaridad positiva la convierte en un producto disfrutable para todo tipo de público, desde su desconcertante inicio, hasta su brillante final a ritmo de ‘The Magnetics Fields’, y es que… ¿a quién le importan los extraterrestres?.
Nota:
7
por Diego Sánchez Izquierdo