Mark O'Reilly, un misterioso viajero provinente de Irlanda, llega a un pequeño pueblo mallorquín y se instala discretamente en un viejo comercio abandonado. Los vecinos pronto se entusiasmarán creyendo que Mark pretende reabrir el local, lo que podría suponer una seria reanimación de la actividad el pueblo. Pero un ''pequeño'' detalle pasa desapercibido para todos: Mark no tiene intención alguna de abrir la tienda. Ni siquiera habla castellano. Las verdaderas intenciones del viajero en la isla se ocultan detrás de una vieja fotografía polaroid, que le lleva martirizando desde hace tiempo, y que le ha llevado hasta allí en busca de respuestas.
La pregunta del millón... y no vale googlear. ¿Quién es Arturo Bestard? No es una reminiscencia del título de la última película de Quentin Tarantino, es el autor de varios cortometrajes, entre los cuales se encuentra 'Equipajes' nominado el año 2006 en los Premios Goya. ¿Y Arturo Ruiz? ¿Quién es Arturo Ruiz? De nuevo, prohibido tirar del santo buscador. La respuesta es fácil: es el guionista del cortometraje ahora mencionado. Con todo el respeto hacia ambos, también se hubiera aceptado una respuesta alternativa: tanto el uno como el otro son prefectos desconocidos. ¿Cómo se titula su nueva colaboración, que resulta ser su primer largometraje? 'El perfecto desconocido'... como no podía ser de otra manera.
Para ello se alían con una de estas muchas -muchísimas- caras que nos da el cine y que tienen un denominador común. Aquellas reconocibles para cualquier espectador que a lo largo de su vida haya tenido la deferencia de acercarse alguna vez a una sala de cine. Hablamos de aquellos personajes que si nos los cruzáramos por la calle, el instinto nos llevaría de forma magnética hacia ellos, con una sonrisa en la cara y papel y bolígrafo en la mano, armas indispensables para conseguir un autógrafo. Sin embargo el problema estaría a la hora de llamar su atención... pequeña dificultad que se arreglaría con el universal ''¡EH!'' Así se gira todo el mundo, especialmente las personas cuyo nombre desconocemos... por muchas ocasiones en las que nos hayamos cruzando con ellas.
Este perfil es el que cumple el bueno de Colm Meaney. Sí, el cretino aquel cuyo deportivo salía literalmente en volandas en 'Con Air'. Sí, el arrogante aquel que legaba al Michael Sheen un vestuario totalmente amotinado en 'The Damned United'. Y así sucesivamente. ¿Y cómo se llamaba? A tirar de Google se ha dicho, que el dichoso nombre se ha vuelto a escapar de la memoria. De modo que Colm Meaney, este semi-perfecto desconocido, es el principal reclamo del filme que ahora nos concierne. Él, y esta curiosidad casi morbosa de ver cómo la entrañable figura del guiri (poco o nada importa su procedencia) se las apaña en territorio hostil. Un placer culpable que se eleva a la enésima potencia cuando la acción se enmarca dentro de nuestras fronteras.
En este sentido, Mallorca se descubre como el escenario ideal para albergar dicha fórmula. La isla mayor de las Balerares, convertida en los últimos tiempos en uno de los patios de recreo oficiales de Alemania y Reino Unido, se ha convertido en una especie de melting-pot castizo que no obstante se ha erigido en testigo único de lo cerrados y trogloditas que podemos llegar a ser en este país. Es en esta ácida pero también cariñosa visión de la nación española (la misma donde un extranjero puede ocultar su condición sin siquiera proponérselo, interprétese esto de forma positiva o negativa) donde Bestard y Ruiz cimientan un discurso -o una pose- que alimenta un filme tan irregular (mucho mejor en su faceta cómicaque en la dramática) como fácilmente disfrutable.
A través del uso de recursos visuales en pleno estado de descomposición, se nos presenta un pueblo de naturaleza represiva en el que el sentido del absurdo se acerca en algún momento al esperpento de la maravillosa 'Amanece, que no es poco'. El problema es que no queda claro si el efecto se ha provocado intencionadamente o de manera involuntaria. Así, los paseos nocturnos de una mujer ataviada con folklóricos ropajes germanos quedan amenizados por las vacuas palabrotas de una especie de Lisbeth Salander ''muy nuestra'' que, sumida en un perpetuo estado pasivo-agresivo de cabreo con el mundo en general, sueña con convertirse en un miembro del cuerpo de mecánicos de tanques del ejército español. Mientras, ¿dónde está nuestro querido perfecto desconocido? Persiguiendo antiguos traumas y uniendo sin quererlo a un pueblo al borde de la ruina, encarnando así el espíritu bienintencionado de una cinta sobre el carácter bilateral de la comunicación. Una película que se va con la misma condición con la que llegó... siendo precisamente una perfecta desconocida.
Nota:
5 / 10
por Víctor Esquirol Molinas