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'El origen de los guardianes': Todo por los niños... y con los niños

Vía El Séptimo Arte por 30 de noviembre de 2012

Benditos sean los críos. Y bendito sea también el niño que todos llevamos dentro. Sólo ellos son capaces de apreciar y vivir al límite todos los pequeños grandes momentos que hacen de este mundo un lugar maravilloso. Sólo ellos pueden llenar de alegría el corazón de cualquier extraño con el simple sonido de su más sincera risa... o en el caso contrario, hacer estremecerse hasta en lo más profundo del alma al ser más huraño con el más sentido de sus llantos. Benditos todos los niños y niñas del mundo, capaces de contagiar a los adultos con sus más cándidos sueños. Que sigan así por los siglos de los siglos. Amén. Y dicho sea de paso, si siguen trayendo con ellos al papá o a la mamá (o a ambos) a la sala de cine, mucho mejor, que así la recaudación de la película de marras se duplica. ¡Benditos todos!

Bendecido sea también, ya que estamos, su santuario más sagrado: el cine familiar. Uno de los géneros históricamente más vapuleados por parte de la crítica (y con total injusticia, debe decirse, al estar aquí a debate cuestiones sobre una naturaleza por definición inamovible) quizás hubiera sido mejor tratado si se tuviera en cuenta la cantidad de dinero que aporta año tras año a la causa, que al fin y al cabo de esto trata el juego, no en vano empleamos tan a menudo el término ''industria''. Más importante aún, si algún otro tanto puede anotarse el cine familiar (yendo ya a terrenos más alejados del frío materialismo) es el de salvar la vida, temporada tras temporada, a millones de chiquillos en todo el mundo. Y es que cuando llegan los períodos vacacionales; cuando el staff del colegio se toma un más que merecido descanso, las mamás y papases (re)descubren que ningún ser vivo sobre la faz del planeta supera a sus pequeños vástagos en esas inmortales labores que son el dar por saco al personal.

El amor y afecto de los lazos paterno-filiales, imposibles de medir en ninguna balanza, van perdiendo rápidamente su fuerza cuando -y ya estamos en navidad- la durísima digestión de turrones, canelones, canapés y otras porquerías típicas de estas fechas, se ve peligrosamente afectada por las continuas quejas / demandas de los mocosos. Que si tienen que conformarse con un miserable iPhone 4 cuando en realidad habían pedido la última versión más alargada; que si no quieren ir a ver a los abuelos porque huelen raro; que si se les prometió que se les permitiría ver diez minutos de Gandía Shore, etc. Para pegarse un tiro... mejor esto que verse obligado a matar al renacuajo y cargar después con la mala conciencia. Antes de librarse a la ira homicida es preferible cerrar los ojos, respirar profundamente y contar muy lentamente hasta diez. Si no funciona, siempre nos quedará el cine familiar.

Benditas sean las películas capaces de reunir a todos los seres queridos ante una pantalla. Benditas todas ellas porque, lejos de permitir que fluyan las experiencias compartidas entre generaciones, hacen que la diferencia de edades se erija en barrera infranqueable que afortunadamente separa a niños de adultos, para que ambos colectivos descansen el uno del otro, antes de que estallen hostilidades que tengan que lamentarse a posteriori. A las primeras de cambio, los mayores se quedan fritos en la butaca; cargando pilas (por ejemplo, el que en su día fue el padre encargado de llevarnos al cine a un servidor y a sus amiguitos sigue creyendo a día de hoy que 'Independence Day' es un típico melodrama coral de la América de los años 90). Mientras, los mequetrefes se han olvidado del mundo real y han pasado a interactuar por completo con seres que, por razones obvias, no pueden quejarse de lo pesados que son sus nuevos compis de aventuras. Y todo el mundo contento.

Recordado el escenario habitual, sobran las presentaciones con 'El origen de los guardianes', película sobre cómo un maestro espadachín llamado Santa Clauss, un prodigioso karateka en forma de conejo de Pascua, y otros seres inseparables de la tierna infancia, se alían con Jack Frost para derrotar al malvadísimo Hombre del saco, quien amenaza con traumatizar de por vida a todos los menores de edad del globo terráqueo. Lo que en cualquier otra sesión sonaría a puro disparate se transforma en el reino de los chavales, y como por arte de magia, en algo más cercano a la genialidad, o si se prefiere, en un rastro de originalidad suficiente como para prestarle un mínimo de atención a la propuesta. Más aún cuando de ella puede desprenderse, a medida que pasa el tiempo, la sanamente maliciosa lectura de que el género quizás tenga que implicarse de forma más directa con sus destinatarios, más allá de los postulados despótico-ilustrados que aplicados al caso, nos hablarían de una maquinaria fílmica que se ha volcado en cuerpo y alma para hacerlo todo por los niños, pero sin los niños.

Más allá de interpretaciones ente líneas, sorprende el que esta peculiar reunión de criaturas fantásticas (cada una de ellas con un rincón propio, mayor o menor, en el imaginario popular), orquestada por la dupla Peter Ramsey & William Joyce, decida renunciar, para la conquista de la simpatía del público, a armas tan usadas como el habitual bombardeo de bromas fáciles. En efecto, las risas que se oyen a lo largo de la proyección de 'El origen de los guardianes' son más bien pocas. No por fallo de los responsables del espectáculo, sino por la voluntad de éstos de potenciar otros aspectos, como el dinamismo en el tratamiento de una historia en la que no paran de sucederse escenarios y situaciones distintas. El ritmo frenético, unido a un atractivo diseño, da como resultado una modélica cinta de acción y aventuras dirigida -no hay que olvidarlo- a los más pequeños de la casa. No hay tiempo para respirar, ni para pensar -ni falta que hace-; tampoco lo hallarán los peques para darse cuenta de que su boca ha estado abierta desde el primer momento. Si durante este tiempo en que la mandíbula ha hecho el amago de tocar el suelo, el renacuajo ha encontrado además nuevos modelos para reforzar su autoestima, y el adulto ha reposado en brazos de Morfeo, es que la cuadrilla habrá cumplido con creces su misión. Así pues, bendito sea el barbudo, el roedor, el hada, el arenoso, el paliducho y la Luna que los parió.

Nota: 5,5 / 10

Por Víctor Esquirol Molinas

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