'El libro de la vida': ¡Muéstrame al mono!
Igual lo que digo es una burrada... o igual no lo es: aunque se parezcan lo mismo que un huevo a una castaña, 'El libro de la vida' me recuerda poderosamente a 'Monkeybone', uno de esos descalabros a los que con el tiempo se les acaba cogiendo un enorme cariño. Sobre el papel el citado filme prometía ya fuera por su argumento, su potencial conceptual o la participación de un Henry Selick que, a la postre, desaprovecharía la oportunidad de escapar de la sombra de Tim Burton (algo que finalmente haría gracias a 'Los mundos de Coraline'). Pero eso era sobre el papel, y en su salto al mundo real la cinta se perdió en algún lugar intermedio entre el cielo y el infierno.
Algo similar ocurre con 'El libro de la vida', cinta de animación que sobre el papel promete mucho, especialmente a un nivel en particular: hacer disfrutar a los mayores en igual medida que a los menores, en una historia que pueda cubrir un espectro tan amplio como para ser realmente para todos los públicos. La referencia a estas alturas es clara, 'La novia cadáver', aunque se haya apostado por una animación digital que apacigüe el encanto de un diseño se diría concebido para una animación más "física". No es lo único que le resta encanto a 'El libro de la vida', película de animación -lo recalco- que parecería surgida de Blue Sky y a la que se le ha enfocado de tal manera que todo lo demás no importe, sea lo que sea.
Parecería... de no ser por la humildad que Blue Sky pone en títulos con o sin acento como 'Rio' y su secuela, simplonas pero alegres distracciones que se dedican a recorrer el mundo sin darle vueltas (ni de más ni de menos). El argumento y el diseño visual de 'El libro de la vida' sin embargo denotan una ambición inicial mayor que la promoción de la madre patria mejicana. Y es precisamente en su colorido diseño dónde encontramos sus mejores argumentos... aunque ni sorprenda, pues a estas alturas un bonito acabado es lo mínimo a esperar de una de animación por ordenador norteamericana... ni tampoco enamore, pues a estas alturas se requiere de un corazón bajo la plastilina (virtual) para sobresalir.
Todo se reduce a lo mismo, a su alma. O más bien, a la ausencia de un guión que anime tanto el previsible arco argumental como a unos personajes de una pieza. Una apuesta perdida para una convencional función de títeres sin cabeza cuyo sabor mejicano se acaba convirtiendo en su único símbolo -prestado- de identidad. Y la identidad empieza a serlo todo ante la acumulación de cintas de animación que, como 'El libro de la vida', venden su alma al mejor postor perdiéndose por el camino entre el cielo y el infierno, tal vez a la espera de que los niños o una secuela cuadren las promesas. Sin orgullo para abrazar su constitución musical natural, ni tan siquiera para tapar sus agujeros con al menos alguna melodía no versionada previamente.
O lo que es lo mismo, se afana en ir de un punto a otro sin dotar de auténtico fundamento, personalidad o garra el ir de un punto a otro. La línea recta es el camino más rápido entre dos puntos, más no siempre la línea recta es el mejor camino si lo que se pretende es disfrutar del viaje. Dónde no hay no hay, no es tanto un problema como cuando lo hay pero no se quiere, o no se sabe, o no procede que haya siquiera el intento superficial por dar una vuelta de tuerca a un disfraz de folclórica. Si algo caracterizaba a 'La novia cadáver' era su encanto, el mismo que brilla por su frialdad en 'El libro de la vida', película reducida a vagar por el más doloroso de los mundos, el de la promesas incumplidas. El de ni contigo ni sin ti.
Nota: 5,5
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Sólo fachada. Nota: 5.