Buscador

Twitter Facebook RSS

'El Havre': Cálido tartarazo

Vía El Séptimo Arte por 27 de diciembre de 2011

Marcel Marx, escritor y conocido bohemio, se ha autoexiliado en la ciudad de El Havre, donde siente que está más cerca de la gente después de adoptar el honrado, aunque no muy provechoso, oficio de limpiabotas. Ha enterrado el sueño de convertirse en un reconocido autor y vive felizmente dentro de un triángulo compuesto por su bar preferido, su trabajo y su esposa Arletty. Pero el destino hace que se cruce con un inmigrante menor de edad llegado del África negra. Arletty cae enferma, y a Marcel no le quedará más remedio que alzarse una vez más ante el frío muro de la indiferencia humana con su optimismo y la solidaridad de los habitantes del barrio como únicas armas.

La 64ª edición del Festival de Cine de Cannes se saldó con algún que otro escándalo insignificante, y el ensalzamiento de la película faraónica (en el buen y en el mal sentido) 'El árbol de la vida', de Terrence Malick. A posteriori todo resultado es fácil de pronosticar, pero horas antes de que el Jurado diera a conocer el palmarés, nadie tenía claro quién se iba a llevar la Palma de Oro a casa. Ante la duda, no fueron pocos los ojos que fueron a fijarse en la película que más corazones conquistó en aquellas casi dos maratonianas semanas de cine. Se trataba de un filme servido por un finés que ha trabajado en no pocos países distintos; un hombre amante del insano vicio de fumar y cuyo tono de piel delata también una más que probable devoción por el alcohol; un hombre que al menos en público le cuesta horrores esbozar algo remotamente similar a una sonrisa... aunque estemos hablando de uno de los grandes maestros de la comedia de los últimos tiempos. Con ustedes, Aki Kaurismäki... pero antes, una breve visita a nuestra familia de Springfield preferida, que nunca está de más.

Puede que a la hora de la verdad, el ídolo televisivo del joven Bart Simpson, Herschel Krustofsky fuera un payaso más bien lamentable, pero la teoría la tenía bien cogida. "¡La tarta tiene que estar dirigida a alguien que tenga dignidad!" exigía, el humorista. Y lo hacía con conocimiento de causa, consciente de que en el mundo del espectáculo, se adquieren muchos números para triunfar si se maltrata a alguien... más aún si el infeliz en cuestión tiene algo que perder. La escena de la serie citada culminaba con el lanzamiento de objetos cada vez más contundentes hacia un hombre que se había presentado al plató ataviado como si de un Lord británico se tratara, y claro, el público correspondió con una sonora carcajada. A mayor pundonor, mayor altura para el desplome... y por consiguiente, mayor comicidad.

Kaurismäki tiene muy bien aprendida la lección, y precisamente por esto sus películas consiguen siempre ese efecto casi milagroso de conjugar a la perfección el drama con la comedia. En esta ocasión nos presenta de nuevo a Marcel Marx, un bonachón artista que ha pasado de ganarse la vida como artista a hacer lo propio como lustrador de zapatos, y que malvive recorriendo las calles de la localidad francesa normanda de El Havre, buscando a la clientela, o simplemente un lugar donde no le echen a patadas a las primeras de cambio. En el hogar, a su atenta y siempre amorosa esposa no le van mucho mejor las cosas, ya que le acaban de diagnosticar una enfermedad que le deja pocos días de vida. Por si fuera poco, en un día de trabajo, Marcel va a cruzarse con un joven inmigrante ilegal africano, perseguido por la policía y que no tiene dónde ir.

Son tantas las desgracias, son tan graves todas ellas... y los personajes a los que van dirigidas se muestran siempre tan impasibles; tan dignos, que a uno no le queda otro remedio que reír. Añádase una pizca de deliciosa absurdidad ("He sacado 200€ de la cuenta para comprar una bicicleta a mi hija, pero no creo que a ella le importe... solo tiene dos semanas de vida.", o "- Siento la muerte de tu marido. -¿Por qué? Si era un fatalista." y así muchas más intervenciones) y el tartarazo, que ha herido física y emocionalmente a su receptor, se habrá convertido en una fuente inagotable de unas risas que no obstante no olvidan lo trágico del asunto.

Al fin y al cabo, no hay que olvidar que esta vendría a ser una secuela poco al uso de 'La vida de bohemia', en la que el idealismo naïf de aquel fantástico trío de dandis parece fuera de lugar, pero en la que igualmente sigue habiendo sitio para los grandes valores. Al igual que sus personajes, Kaurismäki (siempre fiel a ese estilo retro, semi-casposo, marca de la casa) mueve los hilos del porvenir de forma seca y fría dejando espacio también para la calidez humana. Así es 'El Havre', una historia bella y entrañable, enésima demostración de que esta especie de alquimista finlandés sigue mirando la existencia humana frunciendo el ceño... pero sin perder nunca la sonrisa, porque lo escueto puede ser emotivo, de la misma manera que lo gélido puede ser cálido, casi ardiente.

Nota: 7,4 / 10

Por Víctor Esquirol Molinas

< Anterior
Siguiente >