La conocida actriz francesa Julie Delpy prosigue con su carrera en paralelo tras las cámaras con este su cuarto filme como directora en seis años, nada mal para alguien cuyo ego le permite abarcar créditos como guionista, productora, compositora y por supuesto protagonista, para que quede bien claro el quién. Evidente secuela de su ópera prima de 2007, '2 días en París', en esta ocasión es el cómico Chris Rock quien hace de Adam Goldberg mientras que, como marcan los cánones, se le da la vuelta a su argumento a través de un vuelco sencillo pero práctico del esquema original, siendo en esta ocasión la familia de Marion la que aprovechando que Woody Allen lleva tiempo sin visitarla irá a Nueva York a conocer al nuevo novio.Julie Delpy aspira, a la manera del más que popular y reconocido modelo de Woody Allen, a sintetizar su imagen con las de las películas que dirige, una cualidad que sigue buscando aunque su estilo personal, como tal, carezca de la suficiente personalidad como para ser reconocido como un género en sí mismo, si es que quiere ser reconocido por encima de cierta condescendencia y ensaltazación de la propia Delpy como personaje, que no de la Delpy como esa actriz capaz de trascender de sus tics, mohínes y fobias. No deja de ser una película de y con Julie Delpy, quien poco a poco más que crecer se va encontrando cada vez más cómoda, con más confianza, si bien no por ello logra despojarse de lo que parece un cierto anhelo artificioso, marcado por un exceso de apuntes biográficos y gestos de falsa modestia reprobatoria metidos con tiralíneas, para alcanzar categoría de filme de autor al que tener en cuenta de cara a cualquier lista (por más que por ahí se cuele un Vincent Gallo aportando "trascendencia").
Con Nueva York demasiada al fondo como para que tome auténtica relevancia la narración hace mella en general en los conflictos socio-culturales entre franceses y norteamericanos, primero, y en los inherentes a toda familia que se precie de pasar algún tiempo relacionándose juntos entre ellos al margen de e-mails, sms y demás, en segundo lugar, Delpy toma un camino mucho más liviano e intrascendente que sin ir más lejos el empleado por Richard Linklater en esa saga de culto formada por 'Antes de amanecer', 'Antes del atardecer' y a partir de este mismo año 'Before Midnight' en la que la actriz también ejerce de co-guionista. En ambas se aprecia un acercamiento intimista y minimalista a los pequeños detalles de la vida, el amor y demás sentimientos entre especies, aunque cuando Delpy es la que ordena a pleno pulmón demuestra tener mucho mayor gusto por la caricatura hasta el punto de que la pragmática sencillez de Linklater puede resultar enervante en manos de Delpy.
El fin justificará el medio, si procede, o quedará en no más que una anécdota. Como todo autor que se viste con su propia obra a la manera del mencionado Allen, a la Delpy le saldrán una serie de acólitos que entre el bien y el mal la señalarán empleando los mismos argumentos tanto a favor como en contra. Ni lo uno ni lo otro, y si bien de igual manera que Josh Radnor -'Amor y letras'- Julie Delpy como autora se encuentra en el camino de, cuanto menos, quien lo intenta es a quien hay que reconocer la posibilidad. 'Dos días en Nueva York' ni es ninguna joya ni una obra de relevancia, puede que no más que un acomodado y indulgente repertorio de gestos de marcado tono indie cuyas aspiraciones pasan, principalmente, por ser ella misma su fan número 1. Puede, pero no es menos cierto que según nos pueda "caer" su alma máter los chistes, que son unos cuantos, nos harán más o menos gracia mientras que aburrirnos, lo que se dice aburrirnos, como que poco o más bien nada. Y eso no es ni poco ni nada.
Nota:
6
Por Juan Pairet Iglesias