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'Destino: Woodstock': Woodstock sin estrellas

Vía El Séptimo Arte por 24 de septiembre de 2009

Elliot Tiber es un joven decorador que en 1969 debe dejar de lado su carrera y su vida en Greenwich Village para volver a White Lake. Allí, sus padres no pasan precisamente por su mejor momento. El negocio familiar (un motel que se cae a pedazos) atrae cada vez a menos clientes, con lo que la economía de los Tiber parece que está agonizando. Cuando el banco está apunto de embargar el motel por los múltiples retrasos en el pago de la hipoteca, a Elliot se le ocurre una idea que podría poner fin a sus penurias: colaborar en el montaje de un festival de música hippie.

¿Quién iba a decir que Ang Lee, un taiwanés de pura cepa, iba a ser el encargado de filmar uno de los episodios más emblemáticos en la historia contemporánea de los Estados Unidos? Sobre el papel, una auténtica rareza; pero a la vez algo lógico echando un vistazo al currículum de un cineasta donde figuran entre otras, la olvidada ‘Cabalga con el diablo’, sobre la Guerra de Secesión... no en vano, Lee fue educado en América. Por ello no es de extrañar que en más de una ocasión haya fijado su mirada en la sociedad yankee: a parte del ya mencionado conflicto bélico, encontramos un impresionante retrato de la burguesía americana de extrarradio a principios de la década de los setenta; o los tabúes en el hermético mundo cowboy... y ahora la revolución del amor libre que eclosionó en aquellos tres irrepetibles días de música, paz, amor y ácido.

Como uno de los cineastas más listos actualmente en activo, Ang Lee acierta apoyándose en la novela del propio Eliott Tiber, que, ahora que se cumplen cuarenta años de la efeméride, nos otorga una particular visión de la creación del mítico festival de Woodstock. Diana, ya que el relato, más que en los conciertos de Joplin, Hendrix o The Who (nunca se llega a ver ninguna actuación... ni ningún documento audiovisual de la época), lo hace en las personas que hicieron posible que aquella locura se llevara a cabo. Siendo parte el protagonista de una familia con padres arraigados en el pasado e hijos con ganas de ver mundo, el director puede explayarse tanto en el tema del choque entre lo antiguo y lo moderno, como el de la homosexualidad en el contexto familiar. Dos auténticos pilares en su carrera.

El primero de ellos es tratado con bastante gracia, y nos recuerda a los primeros trabajos de Ang Lee, que aún nos parecían algo extremadamente exótico (por su procedencia, no por el conjunto, claro está). Buena parte del mérito es de la pareja interpretativa compuesta por Henry Goodman y la siempre fantástica Imelda Staunton. El mérito en el segundo frente, más que atribuirse a las pobres artes escénicas de Demetri Martin, debería recaer -cómo no- en la experta mano del director oriental. Como siempre, traza la situación conflictiva con sutileza y las palabras justas... y como la ocasión lo requiere, sin perder nunca la sonrisa. Pero al igual que en Woodstock, unos negros nubarrones amenazan con aguar la fiesta.

El pasotismo del que hicieron gala los hijos de las flores se apodera de Ang Lee, quien a mitad de metraje parece habérsele olvidado el buen saber hacer que ha caracterizado siempre a sus cintas. Así, de la noche a la mañana se esfuma aquella capacidad del director para lentamente ir desnudando a sus personajes, para a la postre obtener un cristalino retrato de un conjunto; de una época. Desgraciadamente hay pocas señales de vida de aquel genio que en su día filmó ‘La tormenta de hielo’, filme que la perspectiva histórica podría considerar como la -dramática- secuela del que hoy nos atañe. Para mayor desgracia, el realizador se entrega a tópicos (todos tranquilos, no falta el sobadísimo viaje lisérgico con el sitar sonando de fondo) que no hacen sino confirmar la caída en picado de una trama cada vez más carente de interés.

Visto el panorama, a uno sólo le queda confiar en que aparezcan los padres del protagonista, o el travesti encarnado por el camaleónico Liev Schreiber, para que la función no se vaya a pique. Afortunadamente la sangre no llega al río, y sin saber muy bien cómo, la película no llega a aburrir. Estamos pues ante un producto auténticamente (o simplemente, véase como se quiera) simpático. Lo triste es que ‘Destino Woodstock’ no deja el poso al que nos tiene acostumbrados el de Pingtun, sin importar el registro desde el que nos esté hablando. Es en definitiva una película con Ang Lee en el cartel, pero no siempre perceptible en la pantalla. Algo así como haber estado en Woodstock, pero sin haber podido ver a las grandes estrellas...

por Víctor Esquirol Molinas

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Comentarios

  • Avatar de El Nota
    El Nota 25 de Septiembre de 2009, 06:29:01 PM
    Iba a ver ésta, pero en vista de que no te ha convencido (y en general tampoco por lo que parece) me parece que me decantaré por la de Campanella. A ver si esta puede caer en casa. Buen comentario repor :sonreir