Resumiendo y al grano, 'Destino final 4+1' es tan efectiva como cualquiera de las tres primeras y mejora sensiblemente lo ofrecido a todos los niveles por un cuarto título un tanto insípido y pobre. Así, la buena noticia sería que esta nueva entrega recupera el pulso de los mejores títulos de la saga, los de James Wong, mientras que la mala -si es que merece la pena destacarlo- sería que por contra no aporta realmente nada destacable al margen de aplicar con suma solvencia los patrones impuestos por sus predecesoras. Y es que 'Destino final', la saga, al igual que 'Saw', la franquicia, viene a ser una apuesta más o menos segura que no se avergüenza de ser aquello por lo que merece la pena que sea y que además la dota de una inconfundible personalidad.
Esta quinta entrega no es la excepción, que para eso ya lo fue la cuarta, y he aquí que nos volvemos a encontrar con lo mismo, como es de preveer, un más de lo mismo pero distinto no necesariamente ni tal vez mejor pero si tan disfrutable como puede llegar a serlo. La fórmula es más bien sencilla, el argumento una mera excusa, el ingenio no traspasa de la puesta en escena, los actores son poco más que cachos de carne camino del matadero y el concepto es de sobra conocido. Poco importa e importa bien poco, y al igual que un sudoku la fórmula que limita las posibilidades del juego es la misma que otorga las posibilidades por las que merece la pena jugarlo. Tras unos excelentes títulos de crédito EN 3D donde se lanzan contra los rótulos que se rompen en mil cristales a cámara lenta todo tipo de objetos (y que lucen mucho mejor de como suena), somos testigos del consabido "accidente" que da pie a la trama, escena que esta vez tiene lugar en un puente y que como es menester nos aprieta contra la butaca (y que contiene dos o tres planos realmente estremecedores), un punto de partida para un argumento que entre momentos de relax no exentos de humor y de la misma manera que fichas de dominó cayendo desemboca en una sucesión de escenas en las que no hay duda de quién va a ir muriendo de forma aparentemente casual y fortuita, surgiendo el suspense de la respuesta a la sencilla pregunta del ¿cómo ocurrirá?, una respuesta que siempre busca la sorpresa (y más de una vez lo consigue) por cuanto la amenaza no siempre es la que parece...
El gran hallazgo de la franquicia es sin duda haber convertido a la mismísima muerte en el Jason Voorhees de la función, un enemigo virtualmente invencible y tan poderoso como un dios que puede presentarse de mil y una maneras distintas a través de un cúmulo de casualidades y/o caprichos del destino sin que el fundamento escrito, aka el guión, exija un retrueque argumental como los de 'Saw' ni tenga que resquebrajar la realidad como en cualquier retorno de Freddy Krueger, una realidad resquebrajada de antemano y aceptada como tal de base, un concepto que los realizadores de la saga explotan a conciencia ya que, al fin y al cabo, la muerte y sus innumerables encarnaciones son la razón de ser de la saga, ya sea cinematográfica o extracinematográficamente hablando. El debutante Steve Quale, apadrinado como ayudante de dirección al amparo de James "el rey del mundo" Cameron en 'Titanic' o 'Avatar', lo sabe y sabe lo que tiene entre manos, y en su puesta de largo como mandamás de un rodaje ejerce con suma eficacia y elegancia su cometido, una puesta en escena más que ejemplar con un buen uso (que no abuso) del 3D, ritmo, energía y una pizca de humor muy saludable -ya sea macabro o no (puntazo el de los subtítulos, por ejemplo)- a los que arropan unos por lo general muy convincentes efectos especiales.
'Destino final 5' sería una más de la franquicia si no fuera porque ella misma se intuye ya la última, al menos de momento, tan buena como cabe esperar para los fervientes y tan mala para los agnósticos, sin que podamos encontrar mucho espacio para los conversos más allá de los a estas alturas ciegos o aburridos. Si, no va a cambiar nada tras su visionado salvo la creencia pasajera de que el hecho de que se te caiga el bolígrafo al suelo mientras suena una canción premonitoria de fondo y el personal de la limpieza pasa la fregona vaya a desencadenar un accidente mortal para cualquiera de los presentes. 'F5' cumple y saca brillo a las reglas, ni las cambia ni las rescribe, algo no obstante lógico y comprensible si atendemos a un epílogo que, al margen de servir de velado homenaje a sus precedentes fílmicos (donde sus créditos finales se abren con un repaso a la mayor parte de las muertes de la saga), reposiciona a esta última entrega en un lugar cronológicamente distinto dentro de las cinco películas a lo que el dígito hace suponer. No pasa de ser un guiño como otros tantos, detalles que se agradecen tanto como que a la quinta, la sexta o hasta la que sea sigan ofreciendo sin complejos aquello por lo que han merecido tal dígito en su casillero, sin comerse la cabeza más que para aplastársela a sus personajes ni rayarse con enrevesadas excusas argumentales que desvirtúen el simple y sencillo gozoso placer de ver morir a los demás a lo "rasca y pica". La muerte, amén de no saber perder, tiene muy mala leche, casi tanto como la nuestra...
Nota:
6.8
Por Juan Pairet Iglesias
Le doy un 6,5.
Como siempre, juegan con nosotros al mostrar los elementos que van a influir en las muertes. El rollo ese de ahora se cae un tornillo, hay un cable pelado con agua alrededor, te mantiene espectante y con ganas de apartar la mirada, no quieres ver lo que va a pasar.
Spoiler
Pienso como princesa, la escena inicial en la premonición, bueno, vale, aceptamos pulpo como animal de compañía. Pero luego, cuando se hace realidad, es demasiado precipitada.
Y eso, una peli para pasar el rato. No decepciona dentro de lo que cabe.
Spoiler
- La escena de la muerte en el gimnasio... me pareció verdadero cine, mostrar, insinuar, sugerir.... y sorprender
- Las actuaciones..... pésimas.
- El tío negro ese de la funeraria.... pfff
- La conexión con la primera... woow me pareció una gran, gran gran idea
- El ojo....