'Corazones de acero': This time it's war
"This time it's war". Con esta frase se promocionaba en 1986 el estreno de 'Aliens, el regreso'. Y con esta misma frase se podría promocionar ahora el estreno de 'Corazones de acero', pues aunque pudiera parecerlo no lo es: no se trata de una glamurosa película de guerra "al estilo Hollywood". 'Corazones de acero' es y se siente tan sucia como tan sucia es la guerra en sí misma... como la guerra es en sí misma, ¿qué guerra? La que pueden librar los tripulantes de un tanque durante cualquier conflicto bélico. Porque sí, porque aunque estemos en la II Guerra Mundial, los americanos sean los americanos y los nazis sean los nazis, todo se reduce a cinco hombres y un tanque. Todo lo demás es irrelevante. Porque los ideales son pacíficos, pero la historia es violenta.
Por lo pronto hay algo que destaca en 'Corazones de acero': la ausencia de la bandera norteamericana. Ya sabemos todos lo mucho que les gusta presumir a los conciudadanos de las barras y estrellas de su patriotismo. Y si, los integrantes del Fury presumen pero de sus compañeros y en nombre... de sus compañeros. Porque si algo se caracteriza 'Corazones de acero' es por tratar de despojar a la guerra de un sentido mayor que el que lo caracteriza de manera primaria, matar o morir, pero sin por ello caer en el "postureo" antibelicista de manual ni en la exhaltación de unos valores morales como justificación de un conflicto que, en el fondo, nos da igual. Se trata, en suma, de "una humanización plena" y desinteresada.
Porque la guerra de 'Corazones de acero' se desarrolla en el interior de un tanque. Da igual que los protagonistas sean americanos, y da igual que los nazis salvo una muy honrosa excepción (porque hasta el diablo tuvo alguna vez su corazón) sean simplemente "el enemigo". 'Corazones de acero' deja de lado esos "ideales pacíficos" para adentrarse en esa "violenta historia" escrita a pie de página, casi irrelevante y fuera de los márgenes del libro, de los muchos hombres que han perdido la vida en el campo de batalla: miles y miles de cadáveres, tantos como vidas ya sean militares o civiles. La guerra es en resumen muerte, sucia, cruel e inmisericorde, y en el campo de batalla no hay más condecoración que sobrevivir.
Cinco hombres, personas, compañeros, camaradas, hermanos. Y un tanque durante un conflicto bélico tan atractivo y a la vez brutal como la II Guerra Mundial, en dónde la balanza entre medios técnicos y humanos realzaba aún más la condición de carne de cañón de estos últimos. Con Brad Pitt al frente por supuesto, gran estrella (y productor) que no por ello menosprecia la labor de sus otros cuatro compañeros, en especial de Shia LaBeouf y Logan Lerman quiénes así amplian sus perspectivas como intérpretes. De hecho y aunque Brad siga siendo el jefe, lo verdaderamente importante de 'Corazones de acero' es el equipo y hermandad forjada como bien indica su título español, en acero.
Y además y aunque pueda parecer que no en algún momento o desliz genuinamente "de película", forjado en un material que ha sido extraído de la realidad: 'Corazones de acero' no sólo es sucia, cruda, dura y amoralmente ambigüa a la hora de omitir cualquier causa que subraye o cubra su acción, también es tan realista que uno acaba por sentirse a bordo de Fury, el nombre del tanque. Como si fuera 'Lebanon', aquel filme de Samuel Maoz del que tras cancelarse su estreno en 2012 no hemos vuelto a saber, y en la que la cámara nunca abandonaba el tanque protagonista (aunque aquí si lo haga). Para el caso lo mismo: israelitas, palestinos, norteamericanos o nazis, que todos sangran. Y si sangran, entonces pueden morir.
Esta humanización tan deshonrosa y desmitificada es lo que acaba definiendo a 'Corazones de guerra' como una película que trasciende del modelo bélico: no hay en verdad una batalla que ganar ni un objetivo que conseguir. Como bien dicen sus protagonistas, vienen de combatir en un lado para combatir en otro. El por qué, para qué y todo lo demás es secundario que no se trata de una lección de historia, la reafirmación de un ideal o la consagración de un acto de valor: se trata de cinco hombres, Brad Pitt, un tanque y la II Guerra Mundial. Ni más ni menos. Y aún sin ser perfecta si cuenta con algo que no siempre se encuentra entre los reporteros de guerra cinematográficos: la autenticidad del sudor humano.
Nota: 7,5
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Es la puntilla "de película". Aún así, por mucho que esté forzada al máximo sigue siendo posible que pudiera pasar en la realidad (¿pongamos que una de cada diez veces?, de acuerdo). De hecho hay registros de sucesos similares. La diferencia está en el armamento que puedan llevar los soldados alemanes.
Oficialmente son 68 millones. Es muuuucho, vale, pero tampoco es taaaanto.
Disparan también con ametralladoras y la mortalidad teutónica en esos casos es igual de penosa.
Es que no creo que sea relevante como se muere un extra. Está reflejando una situación límite como para que preste atención a nimiedades como esa, a mi juicio claro.
Es que esa es una de las diferencias que hacen que una película pueda ser tomada en serio o se confunda con un juego de videoconsola.