Hazel Grace odia ir a la iglesia, y si algo detesta más es que su madre la obligue a ir allá, en lo que dicen que es, literalmente el Corazón de Jesucristo. Un punzante escalofrío recorre toda su columna vertebral cada vez que piensa en este concepto. Asusta, ciertamente. Pero lo que da más miedo es pensar en el tiempo que se despilfarra con cada visita a la casa del Señor. Cuando podría estar de compras en el centro comercial con su mejor amiga, o atiborrándose de telebasura con la nueva y esperadísima edición de ''America’s Next Top Model'', o mejor aún, zambulléndose por enésima vez en las páginas de la obra magna de su escritor favorito:
Peter Van Houten. Pues va a ser que no, a pesar de sus -patéticos- intentos de chantaje emocional, ahí está de nuevo, en el estúpido grupo de apoyo que se celebra literalmente en el Corazón de Jesucristo. Allí, prácticamente las caras de siempre: algunas faltan, y unas pocas son nuevas. Entre ellas, la de un chico la mar de atractivo que no le quita el ojo de encima. El nombre del príncipe azul en potencia:
Agustus Waters.
Ella tiene dieciséis años y él diecisiete.
El amor y las hormonas están en el aire. ''Dios los cría y ellos...'' sólo es cuestión de tiempo que suceda lo que tiene que suceder. Lástima que el reloj no sea precisamente el mejor aliado de los más-que-probables tortolitos. Pequeño detalle: a él le diagnosticaron osteosarcoma; a ella cáncer de tiroides que además ha pasado a los pulmones. Lo realmente increíble es que John Green, autor de la novela homónima en la que se basa 'Bajo la misma estrella'
consiguió que el factor enfermedad, a efectos prácticos, quedara reducido precisamente a esto: un detalle, casi un daño colateral. Engorroso, sí, y mucho, pero casi intranscendente a la hora de la verdad. Y por si persistían dudas al respecto, el best-seller termina con una ronda de agradecimientos encabezada por una última aclaración / recomendación:
''En este libro, tanto la enfermedad como su tratamiento son una ficción. [...] Los que busquen una historia real de cáncer, deberían leer 'The Emperor of All Maladies', de Siddhartha Mukherjee.''
¿Significa esto que 'Bajo la misma estrella' va a escapar de los genios del marketing y su tan cacareado
''El-producto-X-que-emocionó-a-Steven-Spielberg''? No necesariamente. La propuesta sigue teniendo en la manga una serie de armas ideales para llegar a penetrar (holgadamente) en la fibra sensible de la audiencia (para entendernos, nos guste o no, Hazel y Augustus seguirán teniendo cáncer). Una vez empezada la lectura, quedaba pues la angustiosa incertidumbre de comprobar hasta qué punto estaría dispuesta a rebajarse con tal sintonizar con el espectador. Pero como se ha dicho,
John Green salió del océano de tentaciones con una dignidad y elegancia insospechadas por parte de esta parroquia tan carente de fe. Fue tal el éxito de la novela (refrendado no sólo por unas cifras de ventas de auténtico vértigo, sino también por el apoyo casi unánime tanto de crítica como de público), que era cuestión de tiempo el que el séptimo arte se interesara en ella.
Es más, fue tal el consenso positivo para con la obra de Mr. Green que parece haberse querido
ligar, muy fuertemente, el destino de la adaptación al de la materia prima. Apostando a lo seguro: Si funcionó con él, conmigo también funcionará. Parece sencillo, pero la experiencia demuestra que hay que ser -muy- listo para discernir los casos que requieren de una intervención traumática, de aquellos que por el contrario piden que no se les toque un solo pelo. En este sentido,
'Bajo la misma estrella' es un calco casi perfecto de la primera estrella. Como dos puntos luminosos en el cielo, solamente distinguibles por la posición ocupada en la bóveda. Dicho de otra manera, lo nuevo de Josh Boone es una
adaptación semi-literal que a buen seguro complacerá (ya lo está haciendo) a los millones de lectores esparcidos por todo el mundo, ansiosos por ver si la gran pantalla ha perpetuado o no su enésimo crimen contra la literatura.
No, respiren tranquilos. Y aunque a simple vista pueda dar la impresión de que estamos ante una anomalía que debe celebrarse (al fin y al cabo, no todos los días la voluntad de las páginas se impone con tanta claridad a la del celuloide), lo cierto es que
se habría agradecido un poco más de cosecha propia por parte del equipo cinematográfico. En él, encontramos también a Scott Neustadter, Michael H. Weber, brillante pareja de escritores detrás de textos tan memorables como el de '(500) Días juntos' o el de 'The Spectacular Now'. La mano de uno y del otro (así como la de Boone, autor, por cierto, de la prometedora 'Un invierno en la playa', sobre los avatares romántico-artísticos de una familia de literatos) se nota pero no tanto como cabría haber deseado. Su labor se ''limita'' a una
tarea impecable de interpretación en la transición de medios. El doble es un fiel reflejo del original... y poco -o nada- más. El resultado es el pactado, y su presentación, esto sí, está cuidadísima. Se confirma pues la continuidad del Eulogio del Mar de Lágrimas o, si se prefiere, de la Granada Imperial.
Los diálogos, el estilo visual, el tono en la narración, la selección musical... todos los elementos están perfectamente diseñados y dispuestos para una explosión de larguísimo alcance cuya falsedad es casi imposible de demostrar.
Sabe cuándo tiene que divertir, cuándo tiene que ser -soportablemente- ácida, cuándo tiene que mostrarse cool, cuándo tiene que deprimir y cuándo tiene que remontar. Todo con una autoconsciencia que ronda lo inquietante. El cáncer, está ahí... pero la cánula y las pastillas se hacen casi invisibles... pero el cáncer sigue ahí. Es decir, la historia
no trata sobre la enfermedad, sino sobre cómo sobrellevar la pérdida y, de paso, aprender a vivir... pero claro, el cuadro médico de los chavales sigue pesando mucho. (qué incómodo) La combinación es peligrosa pero sorprendentemente estable y, a la postre, eficaz. Y donde no llegan las aptitudes de los que se encuentran detrás de las cámaras (o donde directamente se impone el ridículo, como en el primer beso oficial de la pareja... tan mal llevado como en el libro),
acude al rescate el irresistible encanto de la dupla protagonista, dominadora absoluta de las risas bobaliconas, de las miraditas tiernas y de las frases memorables. Ahí mismo encontramos a un pequeño gran monstruo al que el calificativo de ''joven promesa'' ya le queda pequeñísimo.
Shailene Woodley, de lejos lo mejor de la película, debe considerarse también como partícipe principal de este fenómeno imparable.
Nota:
5,5 / 10
por Víctor Esquirol Molinas